Fundado en 1992, Memoria UC es un colectivo autónomo dedicado a preservar el recuerdo de diversos estudiantes que fueron tomados detenidos, y posteriormente hechos desaparecer en dictadura. Además de aquello, la agrupación busca —en el presente— no solo obtener reparaciones de parte de la misma universidad, sino también, ejercer un papel activo y pedagógico a la hora de transmitir la historia nacional. Así, frente a la llegada de septiembre —un mes que antaño selló el destino de miles de chilenos— distintas voces emergen del colectivo, épocas se cruzan y nuevos anhelos nacen. El mensaje para ellos es claro: no olvidar.
Es lunes 8 septiembre. Dos siluetas descienden por el zócalo interfacultades en el Campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica. Ambos han tenido semanas intensas: forman parte del colectivo Memoria UC, que en este mes ha preparado un cronograma completo de actividades.
La primera silueta es María Teresa, miembro del colectivo senior, la rama más antigua del colectivo Memoria UC. Sus amigos le llaman Micky. Fue estudiante de Trabajo Social y una de las integrantes que dieron vida al colectivo en 1992. También tuvo que exiliarse a causa de la dictadura. Hoy lleva el cabello blanco, una parka negra y unos aretes con piedras color ocre.
El segundo es Benjamín Muñoz, quien se define como miembro del Colectivo de Memoria y de Derecho en la Universidad Católica. Tiene tez morena y viste un polerón negro con jeans azules. Declara ejercer el cargo de coordinador externo; lleva consigo un estuche y una libreta, que más adelante utilizará para organizar sus ideas al responder preguntas.
Ambos terminan de caminar. Se sientan en una mesa coja. Cesan los saludos. Llegan las primeras preguntas:
—Micky, Benjamín, ¿cómo llegan ustedes a Memoria UC?
—Yo llegué a Memoria UC (…) por una deuda con la universidad, con mis amigos y compañeros que murieron. La universidad tuvo un rol, tal cual. Hoy día necesitamos conmemorar esta fecha. Nos organizamos un grupo de ese periodo que habíamos sido parte de la toma, que habíamos participado en el movimiento estudiantil —responde Micky pausadamente.
—Sí, agregando un poco a las palabras de Micky, somos la organización más antigua de la universidad. Se funda como un grupo de amigos que visualiza una deuda pendiente (…) y desde ahí se empieza a crear y a gestar este movimiento que, como fin último, tiene la justicia por nuestros compañeros —añade Benjamín enérgico.
El joven hace una breve pausa. Respira y después continúa:
— ¿Cómo llego yo al colectivo? Yo no recuerdo tanto cuando me uní, no sé si fue hace dos años, si fue un año atrás, pero más allá de la cuestión personal (…) a 52 años del golpe de estado, estamos en una universidad que (…) no reconoce su papel en la dictadura y desde ahí, desde lo colectivo, hemos ido construyendo esta identidad.
—Pero ¿no hubo algún momento que quizás te inició, o te movió a integrarte a lo que es el colectivo Memoria UC?
—Yo creo que este colectivo ha ido creciendo paulatinamente con el paso de los años, se ha hecho muy fuerte en este último tiempo y ante la posibilidad de poder generar un proyecto aún más robusto de lo que es el colectivo es que me uno —sentencia Benjamín.
— ¿Cómo han vivido ustedes en Memoria UC este último septiembre? Ya sabemos han desplegado varias actividades.
—Yo creo que estar acá de vuelta en Chile y reconectarme con la vida cotidiana de los estudiantes ha sido tremendamente importante (…) porque fue entrar a capturar nuevamente esa energía juvenil y las necesidades que van descubriendo ellos mismos en este proceso de cambio, diría, en forma paulatina, pero muy políticamente seria (…) Estos jóvenes del colectivo se levantan y son parte de la sociedad civil hoy día, y eso me enorgullece — señala Micky, tocando con la yema de sus dedos la mesa.
—Nos gustaría no estar tan movilizados, pero frente al avance del negacionismo y frente a la impunidad, no podemos dejar que situaciones así sigan ocurriendo en nuestro país (…) Nosotros no vemos la memoria desde la nostalgia, sino que, desde la acción, desde la militancia también y, creemos que es muy importante mantener, por cierto, la disputa para instalar la verdad y la reparación en la universidad. Pero también unas disputas que estén en la calle, siempre conectado con las calles —añade Muñoz.
—¿Cómo ve Memoria UC la conmemoración de los 52 años del 11 de septiembre?
—Tremendamente polarizada (…) la resolución de la crisis que tenemos sigue vigente, o sea, seguimos funcionando en una cancha que fue determinada y definida por la constitución de los 80’ en la cual (…) la escuela fue fundamental —contesta Micky.
—Si lo hablamos del punto de vista institucional, son 52 años (…) en que la universidad se niega a pedir perdón por ser el sostén político, académico e ideológico de la dictadura. Que no pide perdón por haber entregado a un compañero a los aparatos que ejercieron el terrorismo de Estado (…) es un pasado que aún sigue presente y es una herida aún abierta, porque la universidad no ha querido sanarla —complementa Muñoz.
—En un contexto electoral, ¿creen que esta conmemoración guarda relación con el futuro de Chile?
—Sí. Tenemos una Evelyn Matthei que dice que el golpe de Estado era inevitable. Tenemos un José Antonio Kast (…) que está a favor de indultar a quienes fueron parte del terrorismo más brutal de la dictadura, como Miguel Krassnoff. Un Johannes Kaiser que reivindica de una manera brutal lo que fue el golpe de Estado (…) Instalan, por tanto, una discursiva totalmente negacionista —plantea Benjamín.
—¿Consideran que hay negacionismo en la estructura universitaria de la UC? Si es así, ¿en qué aspectos?
—Yo creo que el negacionismo siempre ha estado. Pero cuando avanzan las fuerzas de extrema derecha, lo que pasa es que se profundiza (…) tenemos fuerzas como Solidaridad, que se presenta como derechas moderadas, pero que, a la hora de hablar sobre aborto, a la hora de hablar de temas valóricos, pactan con las extremas derechas y llegan a las mismas conclusiones —declara Muñoz.
—¿Cómo permea la política universitaria los discursos negacionistas en las fuerzas moderadas?
—Percibíamos a Solidaridad (…) como una fuerza de derecha moderada, pero que juega y baila al mismo ritmo que las fuerzas negacionistas como son los gremialistas. Hubiésemos esperado nosotros que cuando hubiese llegado a Solidaridad el poder, por ejemplo, no hubiese eliminado las vocalías de memoria, las vocalías de feminismo, las vocalías de disidencias —responde Micky.
—¿Qué acciones concretas debería realizar la universidad para avanzar en el proceso de Derechos Humanos y de Memoria?
—El primer punto que tenemos es que exista un reconocimiento por parte del rector a la complicidad de la Universidad Católica durante la dictadura y que, por tanto, desde ahí se pida perdón desde la institución (…) porque si no se reconoce el pasado, y no piden perdón institucional, entonces siguen estando a favor —comenta Muñoz moviendo sus manos.
—Dentro de casos de estudiantes UC que son detenidos desaparecidos, ¿existe algún caso que les haga sentir, de manera personal, un mayor nivel de implicación?
—Para mí, de los compañeros que fueron asesinados, muchos de ellos eran amigos, compañeros y hermanos. (…) conocí a un compañero que de verdad jugó un papel importante en mi formación, que fue Carlos “El Caluga” Rodríguez (…) que juega un papel súper importante en mi formación y compromiso político, en tanto me puso en contacto con la realidad que había en la universidad —señala Micky.
— ¿Por qué le decían “caluga”?
— Porque era dulce, agradable, era buena onda. Era mayor que nosotros. Yo entré a los dieciséis, diecisiete (…) éramos un grupo que estaba en la Casa Central trabajando y se sentaba a conversar sobre los problemas de la Reforma Agraria —recuerda Micky.
La alguna vez estudiante de Trabajo Social, tarda en continuar el relato de su recuerdo. Menciona que la última vez que vio a Rodríguez, fue después de que lo tuvieran detenido en el Estadio Nacional. Ella lo vio en la calle, se bajó de la micro y lo saludó. Rodríguez dijo estar bien y mostró algunas fotos de su hija.
— ¿Qué fue de él?
—Fue uno de los 119 —suspira la miembro senior del colectivo.
Cuando Micky habla de los 119, se refiere a la Operación Colombo, una maniobra mediática orquestada por la dictadura en que se comunicó falsamente que 119 militantes del MIR se hallaban en el exterior del país. Entre la desinformación, también se dijo que muchos habían muerto en enfrentamientos internos, cuando en realidad fueron detenidos, desaparecidos y ejecutados por la DINA.
El recuerdo llega a Micky en aquella mesa coja. Su compañero vive un trance similar.
—Tú Benjamín, ¿a quién recuerdas?
—Otro compañero que a mí me genera mucha cercanía, por la forma en que él se entregó al proyecto de la Unidad Popular, es uno de los compañeros ejecutados políticos del territorio de humanidad del cual soy parte, que es Ignacio Osa (…) Ignacio tenía todo listo para irse a estudiar a Moscú, y por ser parte del proyecto de la Unidad Popular se queda en Chile. Y eso te habla de cómo las juventudes políticas se entregaron en carne, en vida y en alma —agrega Muñoz.
En un par de días, tanto Micky como Benjamín viven un nuevo 11 de septiembre. La conmemoración de aquel día, que selló el destino de muchos, para ellos también supone continuar con una lucha, una que nace desde el recuerdo y desde fraternales compromisos. Un sentimiento que, de hecho, ilustra el mismo Benjamín con una de sus últimas frases antes de levantarse de la mesa:
— Me gusta lo que dice Micky, porque si te das cuenta, habla desde esta ternura por él, por los compañeros. Desde el amor. Como decía Cecilia Magniz: “estoy aquí porque soy precisamente capaz de amar”.