De voz suave y convicciones firmes, Antonia Middleton transita entre la calma y el vértigo de la política universitaria. La estudiante de periodismo que alguna vez organizó paseos escolares aspira a un liderazgo tejido desde el recuerdo de su familia y con una persistente fe en el diálogo.

Hoy es miércoles 15 de octubre, y Antonia Middleton, candidata a la presidencia FEUC por Amanecer, camina hacia la concha acústica; una zona del Campus San Joaquín en la que hay sillas de muchos colores. Ella se sienta en el pasto, viste jeans azules, lentes cafés y una camisa rosada a rayas. Está a punto de dar una entrevista, pero hace tan solo algunos minutos estaba tomándose fotos con sus compañeros de coalición. Cabezas se asomaban una encima de la otra, como un curso recién graduado. Se reían en susurros y cambiaban de poses al oír el chasquido de la cámara. También bromeaban sobre la segunda vuelta que enfrentarán en algunos días más, una situación similar a la del año pasado. En esa ocasión perdieron.

Ha sido una semana atareada para Middleton. Es la primera vez en la historia de la Universidad Católica que dos listas de izquierda se enfrentan en segunda vuelta. El foco, en muchos de los debates ha estado en las diferencias que tiene Amanecer respecto a la Nueva Acción Universitaria. Al menos así fue en uno de los más recientes, uno que se organizó en los auditorios de la Facultad de Comunicaciones y que fue transmitido en vivo. Las frases se entrecortaban. Las voces se endurecían y las luces empalidecían los rostros. Middleton opinará sobre aquellas discusiones en la entrevista que está a punto de dar:— Si es que vamos a utilizar esas formas tan confrontacionales, ¿Cómo vamos a querer que nuestros compañeros se quieran unir en la construcción de una universidad?

Antonia y solo Antonia

Antonia reflexionará en el pasto sobre su candidatura, pero primero, lo hará sobre su niñez: la infancia de “una vieja chica”, diría su madre. 

Si hay algo que Middleton recuerda de su niñez es una Nintendo DSi rosada, un acercamiento a ese color, un presagio del destino. El aparato fue un regalo de su familia, uno que sirvió para poner broche de oro a sus ya pintorescas tardes. Juegos, primos, gallinas y perros; todo eso fue parte de la infancia de Antonia, todo pasaba en casa, en Macul, el mismo lugar donde todavía vive.

Aquellos juegos pertenecen a un pasado que la hace sonreír. La estudiante, aun sentada, saca un pequeño pote de duraznos en conserva. Beberá el jugo del pote, pero no se comerá la fruta en toda la entrevista. A veces sus amigas le recuerdan que debe sentarse a almorzar.

Antonia, ¿cuándo es que vives tu despertar político?

— Bueno, desde muy chica siempre fui como… quizás está muy mal que lo diga yo, pero siempre fui muy líder. Entonces, como que desde chica fui presidenta de curso, en el colegio siempre organizaba muchas cosas, era muy movida en ese sentido.

¿Después intentaste dar el salto a la presidencia del centro de alumnos de tu colegio?

— Se intentó en pandemia, pero no resultó (…) la otra lista prometió que iban a poner impresora en la biblioteca, entonces, bueno, la gente les creyó y al final, al final, no hubo impresora –contesta Antonia jugando con la conserva de duraznos.

Cuando Middleton intenta situar su despertar político en algún suceso concreto, otras dos ideas vienen a su cabeza. La primera es una anécdota infantil que recuerda con especial cariño, de la que desprende una primera inclinación a ejercer roles de servicio. 

En aquel entonces Antonia era presidenta de su curso, y se encargó de ir persona por persona recolectando las cuotas de sus compañeros para un paseo que estaban organizando en su colegio. El relato termina con un curso entero disparando bolas de pintura cerca del Museo Interactivo Mirador; habían asistido a un campo de paintball en una estadía que se hizo especialmente corta. Una difusa foto describe mejor el momento: una hilera de niños visten uniformes militares, las ametralladoras de pintura se agigantan entre los pequeños brazos.

La segunda idea que viene Antonia sirve más como un motor. Su familia venía de la Región del Maule. La abuela trabajaba en un fundo, como asesora del hogar puertas adentro. Cuando los dueños del terreno decidieron instalarse en Santiago ella decidió venir con ellos. El abuelo decidió seguir a su amada en la travesía. Ambos acabarían instalándose en la toma de Lo Hermida. Middleton termina el relato abriendo suavemente uno de los bordes de su conserva. Mientras bebe el jugo, destaca lo romántica que le parece la historia de sus abuelos.

Antonia, siendo tus abuelos un ejemplo de la desigualdad que vivió Chile con el tema de la migración entre el campo y la ciudad, ¿crees que hay un poco de esa lucha en tu forma de hacer política en la universidad?

— A eso mismo hago referencia (…) mi mamá salió de un colegio técnico con su título, después fue a estudiar a un técnico de educación superior, y yo…  A mí lo que me pasa es que (…) gracias a todo este esfuerzo que tuvo mi familia, es que estoy en esta posición cómoda (…) y creo que mi sentido político nace mucho de todo este crecimiento que tuvo mi familia generacionalmente.

Aquel crecimiento no es una ilusión: Middleton terminó el colegio y entró a estudiar periodismo. El logro no fue menor para Antonia. Un día, ya habiendo entrado a estudiar, recorrió la Casa Central de la Universidad Católica junto a su abuela. La alguna vez asesora del hogar había venido a atenderse al UC CHRISTUS contiguo a la casa de estudios. La nieta aprovechó la situación y transformó la visita en un tour: dos siluetas proyectan sombras en los pasillos del campus, avanzan, ríen, hay asombro en las voces y dedos que señalan lugares interesantes. Un ciclo cumplido. Vendrán pasatiempos como el coro y vocaciones como la política universitaria.

Middleton Candidata

Middleton se levanta del pasto, ya no queda jugo en el pote. Comienza a caminar. A través de los árboles empiezan a asomarse algunas canchas de fútbol. Ella está cada vez más cerca. Las suelas moldean la tierra humedad. El sol tiñe de naranjo todas las hojas del lugar.

Antonia, para muchas personas, el rol del periodismo es fiscalizar el poder, no formar parte del mismo, ahora que haces política universitaria, ¿qué opinión te generan posturas como esta?

-— Yo siempre lo tiré como chiste: “mi sueño era ser Daniel Matamala, y ahora la cosa migró un poco a la persona de la que Daniel Matamala está hablando”. Entonces claro, como que la cosa se desvío un poco en el camino —Antonia sonríe.

Tal conflicto entre ideas si fue complicado para Middleton. Una conversación esclarecedora con Daniel Matamala acabó despejando algunas dudas. El periodista había acudido a la universidad para presentar un libro que recién había escrito y firmar ejemplares. Conversó con Middleton y le dijo que existían dos formas de contribuir a la democracia: luchar por la verdad y aportar desde la construcción del sistema democrático. Esas palabras quedaron en la mente de Middleton, ella misma las trae a colación mientras camina por el pasto.

Antonia se detiene un momento. Mira detenidamente hacia la zona de canchas y comienza a hablar sobre algunas experiencias en política universitaria. Para este punto ya ha hablado de la Brigada Universitaria Socialista UC, movimiento en el que participa y que –según dijo- costó transformar en un espacio seguro para las mujeres. Ahora, Antonia habla de algo distinto, habla de su proceso como Consejera Territorial.

“Quedaste”, decía un mensaje que llegó a Middleton el 9 de octubre del 2024. La oscuridad de la noche envolvía aquel ambiente: se trata del conteo de votos en las elecciones FEUC 2025. Antonia se enteró de su victoria a través de un mensaje de WhatsApp. Sintió euforia. Le dio un fuerte abrazo a su amiga Marce. Aquel triunfo fue especial para Antonia, según ella, los anteriores consejeros de la carrera de comunicaciones no siempre estaban disponibles para sus funciones. Cuando ganó, Middleton no sabía que un año después se le recriminaría en un debate solo haber cumplido 3 de sus 15 propuestas electorales. 

¿Te fuiste topando con que tal vez era un trabajo más difícil de lo que parecía?

— Absolutamente —dice Antonia mientras reanuda su caminar por el pasto.

La estudiante de periodismo relata algunas anécdotas sobre el cargo, menciona una ocasión en que había coordinado una actividad con Savory para la que debió hacer reuniones con la Universidad y con la Federación. Hubo un traspapeleo y la actividad no se hizo. Antonia también añade que muchas de las actividades no son tan sencillas de concretar. Según ella, los excesivos  trámites que se requieren para concretar proyectos acaban sepultando las buenas intenciones.  

¿Cómo armas tu candidatura como presidenta FEUC por Amanecer tras tu experiencia como CT? 

— Renuncié a la a la directiva de la BUS, en consecuencia, a la mesa política, me volqué a lo que era (…) mi cargo. Entonces, ahí, como Amanecer es una coalición, salieron electas otras 8 personas (…) y empezamos a trabajar todo el año juntos –Dice Middleton, que ahora camina sobre concreto. 

Pero, ¿por qué crees tú que te eligieron para liderar esta lista, este posible proyecto político?

— Creo que los liderazgos cobran sentido cuando son respaldados por un equipo que tiene el mismo sueño, y creo que he logrado encarnar el sueño de Amanecer.

Antes de volver a reunirse con el resto de sus compañeros, Antonia es consultada sobre cuán fácil o difícil está siendo ser candidata. Menciona que lo difícil es ponerse al día con las cosas básicas, con los horarios para dormir, comer o tomar agua. Añade que a veces llega a su casa cansada, entonces se lava la cara y duerme. En otras ocasiones llega feliz por las conversaciones que tiene en los patios y por la alegría que percibe en la gente. Algunos días son como la noche, otros como un amanecer.

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