Estimado director:
En las últimas semanas ha llamado mi atención la difusión de la iniciativa “Chile necesita ESI” por parte de algunos representantes y organizaciones dentro de la UC, lo me que llevó a una somera investigación sobre el proyecto que permitió enterarme en primer lugar, que se trata de una iniciativa impulsada por alumnos de la universidad y que además se sienten continuadores de aquel proyecto de ley sobre Educación Sexual Integral que desató un arduo debate durante 2020 y que concluyó con su rechazo en la Cámara de Diputados. Ante estos antecedentes me siento en la obligación de precisar algunos puntos críticos que en su tiempo fueron tratados con el objetivo de que la comunidad universitaria pueda tomar las oportunas prevenciones.
En primer lugar, estimo necesario denunciar la adherencia del proyecto a la “ideología de género”. Bajo este parámetro se busca promover una concepción basada en que el modo de ser masculino y femenino carece de una base biológica y, con el pretexto de que esta se encuentra reducida a una mera construcción cultural, permitiría que las personas puedan elegir libremente su identidad sexual la cual supera el natural binarismo hombre-mujer. Promover entre quienes no poseen la madurez suficiente para discernir sobre la importancia de su identidad, en cuanto esta comprende los distintos ámbitos de su desarrollo, parece una irresponsabilidad y una distorsión en el foco que se supone que este proyecto persigue.
En segundo lugar, esta iniciativa busca establecer la educación sexual como un derecho inherente de los niños y jóvenes a recibir lineamientos en cuanto a la forma de vivir su sexualidad, lo cual entra en conflicto con el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos consagrado en nuestra Constitución. Esto podría llevar a una paulatina entrega de ciertos contenidos claves en el desarrollo de los niños al Estado, en oposición a los principios que estos reciben en el hogar por parte de sus familias quienes muchas veces poseen valores radicalmente distintos a aquellos promovidos por las autoridades y funcionarios de turno.
Como último punto me es necesario resaltar que dentro del proyecto de ley se sistematiza un programa supuestamente acorde a la etapa de madurez de cada niño, iniciando desde los 4 años hasta la mayoría de edad y que incluso posee proyección para los estudiantes de educación superior. Me parece que dentro de la individualidad de cada persona no es pertinente fijar una base de desarrollo sexual de acuerdo con su rango etario, ya que ciertas conductas podrían parecerles muchas veces ajenas y desconocidas a su realidad.
La identidad sexual es un don entregado para que podamos encontrar nuestra complementariedad y desarrollo en realidades que son sustancialmente distintas a las que nos son propias, mediante las relaciones con los demás. La forma en que cada uno desarrolla el ámbito sexual pertenece a una esfera del todo íntima en donde el Estado no debe interferir incluso teniendo los objetivos más nobles. Es menester que todos quienes defienden la familia y tienen vocación a ella puedan vislumbrar las posibles amenazas que el proyecto ESI y sus promotores pueden provocar a la estabilidad de esta institución.
Juan Pablo Barría, Presidente Conservadores