Señor director:
La actual época electoral ha traído nuevamente consigo acalorados debates y la consecuente apertura del espacio público a la lucha de ideas. Sin embargo, me resulta sumamente preocupante que, en los debates que he visto, siempre se termina transitando hacia el camino de las falacias. Se ha vuelto muy común el uso del argumento ad hominem para desvirtuar el proyecto político de algún movimiento: se menoscaba a sus integrantes, se “tocan” heridas del pasado, o se llama a no elegirlos porque en sus principios se señala una u otra postura de un tema siempre conflictivo y que no se relaciona con su programa.
Así, los debates en la UC carecen de altura de miras y rozan un nivel poco acorde a nuestra formación universitaria. Me apena ver que lo que valida la postura de un movimiento político muchas veces no es la solidez de sus argumentos, sino que su capacidad para insultar y gritar más fuerte.
Pablo González Calderón
Estudiante de Ingeniería Civil