El discursillo de la despolitización, o el de ser apolítico, es una especie de fetichismo político (que ironía, ¿no?) en boca de muchos, aún más cuando se acercan elecciones. Si comprendemos a un centro de estudiantes como si mismo, es un organismo de representación, adivinen, política. En la mayoría de los casos, tiene la facultad de abrir espacios de encuentro y recreación para sus representados, además de resolver sus problemas en la medida de lo posible.
En cuanto a ser seres políticos por naturaleza, si se nos representa debe ser mediante la política, entendiéndola como la forma de resolver los problemas sin necesidad de conflicto (o, en nuestro caso, atender también a ciertas necesidades).
Podríamos también considerar el dialogar y tratar de atender a la “totalidad” de los representados, y no sólo a una fracción de su electorado, como parte de lo político de un centro de estudiantes.
Si le quitamos el carácter político a un centro de estudiantes, probablemente derivemos en elegir a un Call Center cada año, cuando la elección funcione debidamente.
Ahora a modo de consulta: ¿Hay un diálogo constante con los representados? ¿Hay encuentro y espacios concretamente abiertos?
Los despolitizadores hicieron bien la pega, pues sinceramente creo que un Call Center es más cercano a los representados que el dichoso organismo que no parece ser otra cosa más que un cuarto acristalado detrás del castaño, un fantasma del imaginario colectivo, ajeno a quién supone ser propio, a los estudiantes de College.
Alexis Farías
Estudiante de College