Aprovechando la presencia del tema en nuestra conciencia colectiva; me gustaría proponer que nos cuestionemos la estructura de las vocalías FEUC.

Es común encontrar a lo largo de las democracias de nuestro planeta, sistemas de gobierno en los cuales, en pos de: una fuerte institucionalidad; separación de poderes; probidad financiera u otros motivos, las carteras de gobierno estén estipuladas por ley. Llámense departamentos,  ministerios,  o vocalías; se le permite al ejecutivo nombrar a sus dirigentes,  pero no alterar su composición, eliminarlas o crear agencias nuevas.

En cambio,  en nuestra federación: la creación, eliminación y alteración de las vocalías  queda  a completa discreción de la directiva durante su mandato. Entiendo obviamente que el financiamiento de las vocalías es aprobado por el consejo mediante el presupuesto, sin embargo, la iniciativa en la presentación de este mismo presupuesto y la posterior existencia de las vocalías depende de la directiva.

No vengo a criticar las decisiones específicas tomadas por la directiva actual, ya que están ejerciendo las potestades que tienen según los estatutos. Vengo, en cambio, a proponer que miremos de manera crítica  estos mismos estatutos, pues,  cómo pretendemos como cuerpo estudiantil proteger y fortalecer una duradera institucionalidad si dejamos en manos  de directivas efímeras  la creación y destrucción de agencias de gestión. Agencias que en otras instituciones comparables, se encuentran enumeradas y descritas por sus estatutos.

Quizás nuestro enfoque debería estar en la  proyección  de nuestras instituciones estudiantiles  hacía largo plazo. De ser permanentes y no discrecionales, las vocalías podrían acumular con los años experiencia, conocimiento y tradición. Podrían trabajar año tras año, sobre lo construido en los anteriores, especializadas en las temáticas importantes para las cuales fueron creadas.  Podrían ser un elemento de permanencia, en momentos de transición política. Podrían hasta  generar programas, proyectos  y directrices que no solo colaboran sino también trascienden  a las directivas de sus momentos.

En cambio hoy nada garantiza esta permanencia. Nada garantiza que, año tras año, cuando se elija una nueva directiva, permanezcan vocalías. Por lo tanto, nada garantiza  que, año tras año, temáticas y problemas de suma importancia para múltiples sectores de nuestro estudiantado  tengan cabida dentro de la gestión de la FEUC, sin importar el color político de sus dirigentes momentáneos.

Obviamente no abogó por un sistema cuya escritura en piedra haga imposible el cambio con las necesidades cambiantes del estudiantado, sino por uno que siga por el potente camino histórico de nuestra federación en cuanto a cimentar su representatividad y fortalecer su institucionalidad. Por un sistema que consolide las necesidades del estudiantado en instituciones que no estén sujetas al vaivén del viento político. Instituciones cuya creación y destrucción sean decisiones transversales y no antojos momentáneos.

Porque dejar de fortalecer nuestras instituciones es relegarlas al tumulto, y dejar de protegerlas es destinarlas al fracaso.

Juan Pablo Wallach

Estudiante de Derecho

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