Los tres grandes movimientos de la universidad se la pasan subiendo publicaciones -a raíz de los hechos que rondan a la FEUC desde los últimos 3 meses- exigiendo “el verdadero respeto de las libertades y la democracia”, conceptos que cada uno de ellos entiende de manera distinta o con una perspectiva diferente, y en cada publicación aparecen adherentes de las otros dos tachando de antidemocráticos, autoritarios, incoherentes, violentos, canceladores y varios adjetivos más a quienes apoyan al respectivo movimiento que haya publicado. Llevando a cabo la defensa de sus ideales con mensajes llenos de preguntas retóricas, explicaciones, desacreditaciones y un ansia de querer demostrar su validez.
No milito por nadie y, viendo desde fuera cómo se comportan quienes sí lo hacen e incurren en estas prácticas, me deja una mala sensación e imagen de la política universitaria.
A ellos les pregunto, ¿cómo esperan que sus respectivos movimientos lleguen a representarnos si las ideas que defienden chocan tan notoriamente con las otras, pero, en vez de buscar puntos en común por los cuales trabajar, se dedican a imponerlas por sobre los demás como si fueran niños forcejeando por ver quién alcanza el carro de juguete (la FEUC)? (A su vez, puede que esto mismo tenga que ver con el poco interés en votar por una nueva federación).
La “sobrepolitización” hace que se pierda el sentido de sus demandas y el consumo excesivo de los estudiantes de una sola ideología, lo único que consigue es confrontación y una visceral apropiación de banderas que, quizás, ni siquiera saben que significan.
Joaquín Antonio Aguirre Oviedo
Estudiante de Derecho