Recientemente vi una columna de opinión en este medio sobre lo que ocurre en Gaza y no puedo sino apoyar tajantemente la idea principal: “en Gaza la infancia no existe”. Sin embargo, más allá del innegable contenido emocional que pueda generar esta columna, yo pretendo en su lugar demostrar por qué lo que ocurre en Gaza no es solo una guerra, sino un verdadero genocidio que ocurre en estos mismos momentos.
Primero tenemos que saber que el genocidio se define como cualquier acto perpetrado con la intención de destruir parcialmente o en su totalidad a un grupo étnico, religioso o racial. Esos actos genocidas pueden ser: la matanza de miembros de un grupo, daños a la integridad física o mental de miembros del grupo, sometimiento del grupo a condiciones que acarreen su destrucción total o parcial y medidas para evitar los nacimientos en el grupo.
Volviendo a Gaza, ahora con cifras, vemos que al día que escribo esta carta (27 de mayo del 2025) hay 123.129 heridos y 54.056 muertos y se cree que esta cifra podría ser mucho mayor debido a errores de conteo y a los cuerpos debajo de los escombros. De estas muertes, la mayoría son civiles y, según la revista “The Lancet”, entre el 7 y el 26 de octubre de 2023, el 68.1% de los muertos identificados correspondía a niños, mujeres y ancianos. Hasta la fecha han muerto miles de niños y, según la UNRWA, 825 bebés no pasaron su primer año de vida a raíz de los bombardeos, entre los que se encuentran 274 bebés que nacieron y murieron durante los ataques. Debido a la falta de condiciones para pasar el último invierno, 8 bebés murieron por hipotermia. En los hospitales se ven obligados a poner 4 o 5 bebés en una incubadora en la cual no todos sobreviven.
La escasez de alimentos y medicinas es un tema crucial en Gaza, ya que desde hace años Israel tiene bloqueado al enclave y desde el 9 de octubre del 2023 intensificó este bloqueo cortando la electricidad, el agua y el combustible. Esto ha llevado a una brutal crisis alimentaria en Gaza con la que se estima que toda la población está en fase tres de inseguridad alimentaria y 470.000 están ya en la fase cinco (catastrófica). Los habitantes de Gaza no tienen qué comer y se han visto obligados a cazar tortugas marinas por la desesperación.
Israel también ha dañado severamente la salud mental de los palestinos. Según Amnistía Internacional, muchos palestinos ahora piensan que son “infrahumanos”; y, de acuerdo con Oxfam, muchos niños han quedado con terribles traumas por la pérdida de sus progenitores.
Ante todo esto, vemos que Israel está matando a la población de Gaza; dañando la integridad física y mental de los palestinos; sometiéndolos a condiciones de vida que los llevarán, o ya los están llevando, a la muerte; restringiendo el acceso a bienes básicos y a la atención de salud; y asesinando a los bebés, evitando que puedan crecer sanos, lo que lleva a bajar catastróficamente la natalidad. Por lo que vemos, se cumplen los criterios. Sin embargo, queda lo más importante: la intencionalidad.
Israel se justifica diciendo que mueren civiles porque Hamas los ocupa como escudos humanos, siendo que ha sido Israel quien ha tenido que reconocer que ellos han ocupado a los palestinos como escudos humanos para protegerse de las minas terrestres y los combates. Y según la ONU, desde el 18 de marzo al 9 abril de 2025 se registraron 36 ataques que solo mataron a mujeres y niños y no a objetivos militares. Sumado a declaraciones como la del vicepresidente del parlamento israelí de querer “eliminar Gaza de la faz de la tierra” o las del ministro de defensa de que están luchando contra “animales” y que “hay que tratarlos como tal”, demuestran la arraigada deshumanización de las autoridades israelíes contra los palestinos y la retórica de intencionalidad en su cruel actuar, lo cual, estimados lectores, demuestra que en Gaza no hay una guerra, sino un brutal y deshumanizante genocidio.
Nicolás Pávez
Estudiante de Sociología