No sorprende que, incluso después de la Marcha del Orgullo, no haya existido una sola convocatoria, un solo comunicado, ni siquiera una señal simbólica por parte de la FEUC. Esta indiferencia total no solo es preocupante, sino que representa una complicidad pasiva, que permite que las estructuras de opresión en las que muchos de nosotros vivimos se mantengan intactas y sin ser cuestionadas.
Que una federación no acompañe a su estudiantado en luchas tan importantes como estas es profundamente lamentable. Y aunque parezca una crítica constante, la pregunta sigue siendo tan válida como necesaria. ¿A quién representa realmente la FEUC? Esto se repite una y otra vez: la desconexión de nuestros espacios representativos con las necesidades del estudiantado.
Esta crítica no se dirige únicamente a la federación de estudiantes, sino también a los centros de estudiantes, consejerías territoriales y a todos quienes, teniendo un espacio de representación, han elegido guardar silencio. En un contexto donde la violencia hacia personas LGBTIQ+ sigue ocurriendo de manera habitual y brutal, no posicionarse es pactar con la indiferencia.
El rol de nuestros representantes estudiantiles no puede reducirse a lo administrativo. También deben ser espacios políticos y movilizados frente a las injusticias que atraviesan a quienes conforman el espacio universitario.
Si quienes tienen privilegios o espacios de poder no se pronuncian, es deber nuestro, organizarnos, actuar y luchar por el espacio igualitario que merecemos. Porque este mes no es solo una celebración, ni una efeméride para tachar en el calendario. Es una lucha constante y una realidad compleja para muchos de nosotros que seguimos enfrentando la opresión estructural.
Acciones tibias como subir publicaciones conmemorativas, tratándolo como una efeméride más del mes, no son suficientes frente a una realidad constante de exclusión, violencia y silenciamiento que las disidencias sexo-genéricas han vivido —y siguen viviendo— dentro y fuera de nuestra comunidad universitaria.
Espero sinceramente que esto nos invite a reflexionar sobre a quién le estamos confiando nuestro futuro, nuestras luchas, nuestras oportunidades y nuestro espacio universitario. En un momento en que los discursos de odio y los grupos conservadores y reaccionarios crecen preocupantemente dentro y fuera de nuestra universidad, no podemos darnos el lujo de optar por la indiferencia ni de quedarnos callados. Debemos exigirnos ser parte activa de la transformación y del cambio. Debemos movilizarnos y accionar.
Porque sí importa quién es federación. Sí importa quién será el próximo presidente. Sí importa quién representa nuestras voces. Y sí importa quién calla frente a las injusticias. Frente a la indiferencia, seguiremos luchando.
Matías Ocaranza
Militante del Frente Amplio
Delegado College CCSS