Estimada directora:
Hace unos meses, la universidad subió a varias cuentas de Instagram un reel que promocionaba su número de emergencias “5000”. Entre ellos, se muestra una escena donde una alumna se siente mal, para posteriormente indicar en un jingle “tu amigo se desmaya, llama al 5000” y mostrar que llegan paramédicos rápidamente a asistirla.
Hasta el momento, dos veces he tenido que hacer uso del número 5000, y las dos veces ha sido fútil. La primera ocasión, estaba cuidando una interrogación como ayudante, y me percato que un estudiante comenzó a actuar de manera extraña y a sentirse muy mal. Es entonces que, después de consultar con el alumno en cuestión y siguiendo las recomendaciones del instructivo de interrogaciones, llamé al número 5000 para que acudan a la salvaguardia del estudiante, pero me indicaron que “a esta hora —18:00— no hay enfermeras”. Me llamó la atención el comentario, ya que no es raro que haya gente en la universidad a dicha hora, ya sea por ramos o pruebas. Más aún, siendo ese un periodo donde se toman pruebas, es potencialmente cuando es más probable que ocurran incidentes, debido al elevado nivel de estrés al que se enfrentan los estudiantes. Entonces, para términos prácticos, por naturaleza de la emergencia; y burocráticos, para justificar no rendir la prueba, la respuesta de 5000 fue derechamente inservible, ya que, para ambos propósitos, se necesitaba ayuda explícita de una enfermera. Afortunadamente, el profesor del ramo, simplemente por buena voluntad y caridad, llevó al alumno a UC Christus, donde, después de unas horas, logró resolver el asunto.
En la segunda ocasión, en otro campus a otra hora, le presté mi teléfono a un amigo que se sentía evidentemente pésimo, y sufría de un dolor tal que le costaba caminar, para que llamara al 5000. Lo hizo, pero, una vez llegadas las enfermeras, la atención que recibió fue deficiente. No escuché mucho de la conversación, para mantener su derecho a privacidad, pero sí logré escuchar que la enfermera le dijo: “No puedes llamar a la ambulancia para esto”, cuando yo mismo lo vi con dificultades para caminar por su dolor, además de haberme indicado que podría desmayarse de forma inminente. Después, vi cómo lo enterraron en preguntas burocráticas, que, siendo técnicamente necesarias, no son el tipo de atención que mi amigo requería en ese momento. Eso sólo eleva su estado de estrés, e incluso de confusión, que ya sentía por su dolor y por su estado de inminente desmayo. Mi amigo me indicó, una vez sano y salvo, que no era la primera vez que le ocurría una situación del estilo.
Es de esta forma que quedé completamente decepcionado con el servicio 5000, y, a pesar de que la publicidad que le hicieron en Instagram me hizo pensar que era un servicio confiable y fidedigno, mi experiencia me ha demostrado completamente lo contrario.
Espero no tener necesidad de volver a acudir al número 5000, por razones naturalmente evidentes, pero también porque, en caso de que llegase a necesitarlo, no tengo confianza en que puedan resolver mi hipotética problemática. Con esto también espero que la universidad pueda hacerse cargo de proveer un servicio adecuado de emergencias, o al menos, que no le hagan tanta publicidad con panfletos y reels que hacen parecer que el servicio es espectacular, cuando no lo es.
Kai Hodali Petzold
Estudiante de Ingeniería