El estudiante de Pedagogía en Inglés y oriundo de Temuco, destaca por su serenidad: habla despacio y piensa bien sus palabras. Entre la vocación de la pedagogía y su participación en la política, Calen demuestra que educar promueve cambios no solo desde las aulas. Desde la Consejería Superior, busca transformar la condición de los estudiantes: cómo se forman, cómo estudian y qué es lo que estudian.

En un espacio lleno de ruido y movimiento, Calen Dote se destaca por su serenidad. Habla despacio y piensa bien sus palabras. “Me defino como una persona tranquila, empática y consciente”, dice. Sentado, con las piernas cruzadas y una sonrisa, sus palabras datan cómo ha construido una identidad donde educar y amar van de la mano.

Calen afirma hablar consigo mismo —incluso a veces responderse— para entenderse, como una forma de poner en palabras lo que a veces le es difícil de exteriorizar. Le apasiona jugar con el lenguaje, escribe poesía que mezcla ternura, crítica, introspección y esperanza. No descarta publicar un poemario bilingüe, porque para él las lenguas, tal como las identidades, pueden convivir sin jerarquías.

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Estudiante de Pedagogía en Inglés y oriundo de Temuco, desde pequeño imaginó aportar a la educación, aunque en algún momento consideró biotecnología también. La pandemia trajo consigo el empujón que necesitaba. Comenzó a dar clases de inglés, español y portugues. Descubrió que le llenaba acompañar el aprendizaje. Hoy afirma que “Educar es darle la oportunidad a otras personas de conocerse a sí mismos y de entender el mundo que les rodea”

Antes de ingresar a la universidad, vivió dos años en Brasil como misionero de una iglesia cristiana, lo que considera su primer acercamiento a la acción política, que busca cambios en la vida de las personas. Esa experiencia, dice, le enseñó a mirar las realidades ajenas con empatía y respeto, entendiendo que la fe está en la empatía cotidiana. Aunque hoy no se considera practicante de ninguna religión, mantiene fe: “Sí me considero creyente. A mi manera diría yo”, afirma.

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¿Quién eras antes de entrar a la universidad y en qué sientes que te has transformado desde entonces?

— Tal vez en personalidad no he cambiado mucho, pero durante mi primer año de universidad sucedió algo que me cambió la vida: salí del closet. Le conté por primera vez a unas amigas de la universidad en el patio de la U, y fue algo que significó cambiar cómo entendía el mundo en mi propia vida y dejar de lado muchos proyectos personales y deseos que tenía. Y al mismo tiempo ver la realidad de una manera diferente y saber entender que en la diversidad hay algo tan hermoso que tenemos que defender y proteger.

Ese fue el instante en que todo se transformó. Desde ese momento, la inclusión y la diversidad no son solo un lema, sino una misión en su vida. “Quiero que nadie más sienta que tiene que esconderse (…) fuera de eso, la universidad me ha permitido desarrollar tantas habilidades, me ha permitido conocer tantos puntos de vista”, afirma con convicción.

Si pudieras decirle algo a tu yo de primer año, ¿qué le dirías?

— Que tenga confianza en sí mismo. En las personas que va a conocer, que le ayudarán a entenderse y le guiarán en muchas cosas. Que se abra completamente a todas las experiencias que la universidad ofrece y no espere para involucrarse en todo lo que pueda, desde partes educativas y de vida universitaria hasta la representación estudiantil, desarrollar hobbies, habilidades y servicios.

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Con el tiempo su nombre se fue haciendo conocido por su participación en la representación estudiantil. Se involucró en el centro de estudiantes de su facultad motivado a generar cambios concretos. Su interés inicial fue mejorar la organización y promover el diálogo entre compañeros. Más adelante, como consejero territorial, impulsó proyectos centrados en la educación sexual integral y la inclusión, convencido de que la formación también debe abordar el respeto, la identidad y la diversidad.

Posteriormente, Calen comenzó a participar en instancias universitarias, involucrándose en el Frente Amplio: “Me hizo mucho sentido ver un partido que estaba presente en educación (…) Tomé la decisión de involucrarme porque yo también quería ser alguien que pudiera traer cambios desde un desde un partido y con el apoyo de un partido”. 

Más tarde abrazaría las ideas de Amanecer, encontrando un espacio de colaboración con otros estudiantes. Su enfoque, explica, no busca protagonismo, sino construir comunidad. Defiende una política universitaria “más humana”, y considera que la representación estudiantil es ante todo, una responsabilidad.

Terminada esa era de CT, ¿por qué candidatearse a Consejería Superior?

— Responde precisamente al por qué estudio pedagogía en inglés, porque creo que desde la educación vienen los cambios. (…) Desde la Consejería Superior uno puede transformar las condiciones de los estudiantes: cómo se forman, cómo estudian y qué es lo que estudian.

¿Cómo definirías tu sello o identidad en Amanecer? ¿Qué crees que le aporta?

Mis principales banderas de lucha son precisamente la inclusión, la accesibilidad y la educación. (…) Poner sobre la palestra qué hace falta en la educación que recibimos y cómo construimos una mejor sociedad desde cómo aprendemos, los temas que se están hablando y que no se hablan con un sello inclusivo que sea integral, de disidencias, de situación de discapacidad, de pueblos indígenas, de iniquidad social también, y de estudiantes de región.

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Su compromiso tiene raíces familiares. Su madre ha dedicado su vida a luchar por las personas con discapacidad y sus cuidadores. “Ella constantemente me habla de cómo valora el esfuerzo que hago para lograr un mundo mejor”, menciona. De su padre aprendió el servicio y acompañamiento por los que más lo necesitan. “A pesar de que tengamos diferencias, –mi mamá– se enorgullece mucho de quién soy y sé que yo soy quien soy gracias a ella”, confiesa.

¿Qué significa para ti que en esta segunda vuelta hayan pasado dos listas de izquierda?

— Es una enorme victoria y me llena mucho saber que el progresismo está más vigente que nunca en la Universidad Católica, la cuna del gremialismo. Significa que el progresismo y nuestros proyectos le hacen sentido al estudiantado y que el poco tiempo que lleva Amanecer, hemos sabido mover al estudiantado, porque el quórum que hubo es histórico en los últimos años y considero que es gracias a Amanecer también. Al estudiantado que jamás se ha sentido escuchado, (…) venimos a entregarle una opción en la que confiar y considero que hemos sabido responder a esa confianza.

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Calen no teme mostrarse emocional. “Me siento orgulloso cuando miro atrás y veo la valentía que tuve para dejar tantas cosas atrás y repensar quién quiero ser.” Su historia está atravesada por gratitud hacia sus seres queridos, pero también por vulnerabilidad: “La vulnerabilidad más intensa viene cuando comparto con mi círculo cercano, y hago una introspección detrás de las cosas que estoy haciendo bien y las cosas que aún faltan por cambiar”.

En el futuro quiere ser ese profesor que inspira confianza y enseña humanidad. Le gustaría llegar al Ministerio de Educación para incidir en políticas públicas que dignifiquen la labor docente y promuevan una educación integral. “Yo creo mucho en que en la educación nace todo lo que queremos y no queremos en nuestro mundo.”

Ha vivido esta campaña con desgaste, y también alegría. Reconoce que no es fácil exponerse, pero cada conversación con estudiantes le recuerdan por qué está ahí. “Entiendo la poca confianza, porque no vemos cambios evidentes. Pero hay demasiadas cosas que en un momento se vieron imposibles (…)  y llegaron por la organización estudiantil y creo que podemos traer tantas cosas más si es que continuamos confiando en la política universitaria, en involucrarse”.

Hablar con Calen deja la sensación de conocer a alguien que milita desde el amor. Sus palabras nacen de la experiencia de un amor por la educación y personas. “Así como amanece cada día, cada día hay cambios con los que podemos luchar”, dice para cerrar. Y quizás esto es lo que representa: la esperanza de que incluso después de las noches más largas, hay un amanecer posible.

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