Estimada directora:

El informe de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) es una alarma de incendio que suena en medio de clases y nos está avisando que el edificio académico está en llamas y, peor aún, que tiene fallas estructurales graves.

Que el 35% de las carreras tengan un retorno negativo no solo es un dato estadístico, es la punta del iceberg que muestra un problema más profundo. Las universidades nos están entregando diplomas a cambio de una deuda asfixiante, vendiéndoles el derecho a llaves de un departamento que saben que se va a derrumbar.

Al mismo tiempo que este edificio empieza a arder, nuestras federaciones estudiantiles parecen más preocupadas de discutir la política interna de Cuba que de revisar los planos de este edificio que muestra grietas importantes, ocultas por la politiquería. Priorizan discusiones ideológicas generalmente ajenas a la mayoría del estudiantado, mientras ignoran problemas urgentes como la empleabilidad, que afectan transversalmente a todos.

La universidad debe ser un espacio para construir futuro, no para hipotecarlo. Pero si seguimos mirando hacia otro lado, el incendio seguirá ardiendo. Al final, la universidad dejará de ser la palanca que mejora vidas, para consagrarse como el ancla financiera que hunde a los estudiantes, dejándolos peor que al inicio. La solución no la encontraremos en el aire, sino en la tierra: dejando de debatir problemas ideológicos y abordando los verdaderos problemas.

Juan José Cabeza López
Estudiante de College Ciencias Sociales

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