Ingrid Bachmann, académica de la Facultad de Comunicaciones, conversó con El PUClitico sobre su trabajo y los desafíos que enfrentan las mujeres en el mundo de las comunicaciones.
En la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica, gran parte de los estudiantes conocen a Ingrid Bachmann. “Seca”, “profesional” y “queen de las comunicaciones”, son los adjetivos que alumnos y docentes suelen usar para referirse a la periodista. Con 23 años de trayectoria, Ingrid se ha consagrado como una profesional excepcional.
Aficionada por las buenas historias y los estudios de género, Ingrid se desempeña como profesora en los cursos de “Narración de No Ficción” y “Género, Comunicación y Sociedad”. Es difícil olvidar a Ingrid Bachmann cuando ella te hizo clases. De forma asertiva y audaz, sumerge a sus estudiantes en los rincones más inesperados de los estudios de la comunicación. “Todos contamos historias, pero no todos contamos buenas historias”, es una de las frases que más se repite en “Narración de No ficción” que, si bien puede ser la pesadilla de un estudiante de primer año, te inspira a ser cada vez mejor.
Con el retorno a clases y una agenda llena de compromisos, la comunicadora nos recibió en su oficina. En su despacho ubicado en el séptimo piso de la Facultad de Comunicaciones UC, la docente e investigadora reflexionó acerca de su carrera, la labor de la investigación y los desafíos de género latentes.
¿Cómo empezó su gusto por la investigación?
Todo partió básicamente porque, a ver, yo soy, digamos, intelectualmente curiosa.
Bachmann estudió periodismo en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y en esta etapa, su gusto por la investigación no tardó en manifestarse. Ingrid siempre fue de querer respuestas a sus preguntas, “(…) y eso ha sido de toda la vida, desde que era chica”. Estudiar periodismo le abría puertas para aprender de distintas cosas. Fue ayudante de un proyecto de investigación de sus profesores, que consistía en un análisis de contenido.
“Siempre quise estudiar lingüística también”, por unos segundos se detuvo a mirar la estantería de su derecha decorada de libros del rubro. “(…) Siempre me ha fascinado”. No se quedó con las ganas y decidió hacer un magíster en lingüística en la Universidad Católica. Años después, se doctroró en comunicaciones en la Universidad de Texas. “Me gustó el de tener respuestas a dudas que iban más allá de lo que podía encontrar en una enciclopedia”, afirmó la docente.
Además de este nuevo puesto, usted es directora de Nudos (Núcleo Milenio de Desigualdades y Oportunidades Digitales). Asimismo, usted es miembro de la Comisión Asesora contra la Desinformación. En un contexto donde la desinformación es más potente que nunca, potenciando la polarización, afectando en la misma democracia y aumentando las brechas ya existentes: ¿cómo ha sido desempeñar estos trabajos como investigadora?
Creo que es súper importante estudiar el tema de la desinformación, y por eso lo vengo investigando desde hace tiempo. Es fundamental entenderla mejor como fenómeno, ya que es global y tan antiguo como la humanidad. […] Yo creo que es importante que el trabajo que se haga desde la academia no se quede solo en un paper o en un libro.
Esta motivación la llevó a trabajar con el gobierno. La queen de comunicaciones fue convocada para participar en la Comisión Asesora Contra la Desinformación. El encargo era simple: realizar un diagnóstico de la situación de la desinformación en Chile y elaborar un informe de posibles pasos a seguir.
Cuando el gobierno anunció este proyecto, surgieron numerosas críticas advirtiendo que podría tratarse de un “intento de censura”. Bachmann entiende las razones: “Efectivamente, en más de un lugar se han usado comisiones como estas para censurar, para controlar los medios, para establecer verdades oficiales o para ocultar cosas y todo eso”. Ante este riesgo, ella prefería estar adentro que afuera: “Aquí lo importante es asegurar la libertad de expresión, la diversidad de opinión y entender la desinformación en su contexto local”. A pesar de que la capacidad de intervención de la comisión era limitada, tuvo un rol clave en la aprobación de la ley de datos personales en 2024.
Nudos se dedicada a la “investigación de brechas y oportunidades relacionadas con la desigualdad y los medios digitales”. Este equipo hace hincapié en evaluar los rasgos tanto positivos como negativos de la digitalización. Teniendo aproximadamente 14 millones de claves únicas activas, “¿Qué pasa con la gente que no tiene una, y todos los trámites que sabes que no se están haciendo porque la gente no se maneja en cosas como esa?”, cuestionó la académica.
Durante el segundo semestre del año pasado, Ingrid recibió una llamada de teléfono. Le anunciaron que sería la nueva presidenta de la Asociación Internacional de Investigación.
¿Cómo recibió la noticia de su elección como nueva presidenta de la ICA?
Literalmente, quedé sin palabras.
Del otro lado de la línea pensaron que se había cortado: “No, simplemente estoy speechless (sin habla)”, respondió la docente.
¿Y qué significó entonces para su carrera, teniendo tanta trayectoria, que finalmente la hayan reconocido?
Hay una cosa media simbólica, que es un reconocimiento de pares.
Bachmann ha sido miembro de la ICA desde 2007. Presidir esta asociación implica liderar su dirección, velar por los intereses de sus miembros y mantener cierta influencia en las preocupaciones de los próximos años. Asimismo, la docente deberá priorizar el resguardo de los estándares éticos de la investigación en comunicación.
La ICA cuenta en su mayoría con miembros del norte global. Hace un tiempo, la asociación aceptaba solo papers en inglés -hoy los acepta en otros idiomas, entre ellos, el español-. Si bien ha habido avances en cuanto a diversidad, “a mí me gustaría cambiarlo aún más en los próximos años”. En ese sentido, en el ejercicio de su cargo, Bachmann se plantea el objetivo de abrir nuevos espacios para los investigadores del sur global. Del mismo modo, desea realizar avances que beneficien a la mujer investigadora, cuando tienen que viajar para atender a conferencias: “(…) por ejemplo, investigadoras que son madres, ¿qué hacen con los niños?”.
Usted ha dedicado varias de sus investigaciones y trabajo a los estudios de género. ¿Cómo ve la relación entre medios de comunicación, lo que es y significa ser mujer en esta sociedad?
Ingrid entiende que las industrias creativas -el cine, videojuegos, redes sociales, medios informativos y no informativos- son inescapables, afirmando que: “Son un espacio de sociabilización de género muy importante”, enseñando qué significa ser hombre, mujer o el cómo entendemos la distinción binaria. En el fondo: “¿cómo se representa a las mujeres en los medios y cuán representadas están en ellos?”.
Ser mujer en videojuegos no es un juego fácil, y Bachmann lo sabe. Identificó tres puntos de las experiencias femeninas en el mundo del videojuego. “Uno, ¿quiénes son las mujeres que juegan videojuegos? Porque está este estereotipo que el videojuego es algo como de hombres”. Sin embargo, “la verdad es que actualmente el 45% de los jugadores son mujeres”. Esta experiencia se marca por todo tipo de insultos y ataques sexistas, “(…) una experiencia muy distinta del tipo de agresión que podría recibir un gamer o streamer hombre”.
En segundo lugar, analiza la representación de las mujeres en los videojuegos, donde “hay juegos que no tienen personajes mujeres […] y si los hay, son típicamente muy sexistas”, afirmó la académica.
Un tercer punto que ha evaluado es la participación de las mujeres en la industria de los videojuegos: “¿Cuántas mujeres son desarrolladoras? ¿Cuántas son programadoras? ¿Cuántas son ejecutivas de una empresa de desarrollo de videojuegos de software?”.
Para Bachmann estos temas deben ser estudiados porque las comunicaciones están presentes en todo. En ese sentido, a propósito de la inteligencia artificial, menciona que esta “está entrenada con los contenidos de allá afuera, contenidos que ya sabemos que son problemáticos porque son sexistas con dinámicas de género tradicionales con roles súper rígidos de lo que es femenino, de lo que es masculino [..] ¿es la inteligencia artificial sexista? No, ha aprendido a ser sexista [..] la inteligencia artificial no es más que algoritmos correlacionales ¿y las correlaciones cuáles son? Son que por ejemplo si le pido que me cree un hombre versus una mujer. El de la mujer va a ser flaca, blanca, pechugona [..] el ejemplo va a ser más parecido sacado de la pornografía que sacado de la calle”.
Encontrándonos en esta “nueva ola feminista”, podríamos hablar de que ha habido avances en torno al debate. ¿Cuál es, entonces, el balance que hace usted de lo que ha sucedido en Chile en los últimos 10 años? ¿Qué avances y/o retrocesos identifica?
La profesional considera que en 2018 hubo un punto de inflexión que volvió más visibles las discusiones de género. Sin embargo, destaca que eventos como el Caso Pradenas, siguen evidenciando dificultades hacia las mujeres: “lo difícil que es denunciar”, señala.
Aun así, Ingrid prefiere ver el vaso medio lleno. Recuerda las discusiones sobre paridad y cómo comenzaron a abrirse espacios a los que no habían llegado mujeres: “La primera mujer Rectora de la Universidad de Chile, la primera mujer que siguió como presidenta de esto… y es como vale, está llegando gente”, sin embargo, manifestó que “me carga que todavía, no sé, ´la primera –mujer- en el año 2025´, dónde no debería haber la primera nada. Debió haber pasado hace 50 años, pero ya filo, se está haciendo”.
La docente cree que uno de los retrocesos son los grupos reaccionarios que han surgido ante las nuevas discusiones de género. “Hay sectores que creen que esto es espantoso […] que probablemente me consideran a mí una feminazi adoctrinadora de mentes jóvenes vulnerables”, comenta.
A pesar de lo anterior, confía en las nuevas generaciones: “Están mucho más conscientes de las brechas de género, de las discriminaciones de género y que no son aceptables [..] como se ha normalizado en otros contextos”. No conoce mujer de 18 años que no haya recibido una foto de genitales por redes sociales, “no solicitadas, digamos”. La profesional valora el rol que las redes sociales pueden jugar en las nuevas generaciones: “Hay mucha gente que ha aprendido sobre feminismo a partir de lo que se ha encontrado en redes sociales, hay gente que ha discutido sobre feminismo, sobre género, sobre diversidades. Las disidencias suelen encontrar un espacio más cómodo para explorar ideas y nociones”.
En suma, Bachmann ve la temática de equidad de género como un iceberg, en cuanto se avanza con los problemas más visibles. Pero que, en vista de la aparición de nuevas cosas, es que cree que “es una cosa que nunca se va a acabar porque nunca van a dejar de aparecer nuevas desigualdades”.
Hablando más de la universidad y del nuevo rector Juan Carlos de La Llera, que asumirá este año, ¿cómo cree que debería avanzar la administración para lograr más equidad e igualdad en los puestos de poder dentro de la UC? A sabiendas de que hemos visto más participación de mujeres en la elaboración de la terna, así como la apertura de puestos en los decanatos, entre otros.
A ver, hay liderazgos dentro que, de hecho, en muchas cosas ha habido un trabajo deliberado.
Entre ello, destaca la Unidad de Género a nivel del Consejo Superior que estudia variados temas asociados al género. A ello suma las más de 700 comisiones en la universidad que se preocupan de asegurar la participación de mujeres en comisiones para provisión de cargos.
Aun así, cree que la Universidad debe ver más allá de números. “De los 5.000 profesores de la Universidad, tantos son hombres, tantos son mujeres, sino empezar a ver diferente […] trayectorias, carrera de vida”. Ingrid ejemplifica esta visión con un fondo para asistencia a congresos de la universidad, el cual, y sumado a los aportes para viáticos y pasaje, suma una pequeña cantidad para las mujeres que son madres y necesitan disponer de cuidados para sus hijos. Cree que esta mirada puede extenderse hacia otros desafíos: “Es un hecho que tenemos un problema en la facultad con temas relacionados a sala cuna”.
Para Bachmann, los avances deben entender la evidencia empírica sobre los asuntos. Para ello, ejemplifica con las evaluaciones de desempeño, las cuales definen promociones y aumentos sueldos La periodista menciona que, en docencia, las evaluaciones de los docentes, que buscan medir diferentes ámbitos de desempeño, cuentan con evidencia mundial de que las mujeres suelen ser sistemáticamente peor evaluadas que los hombres, a pesar de tener la misma experiencia. Esto reflejaría una cancha desigual para Ingrid: “Ya sabemos que hay sesgos en las evaluaciones de los estudiantes hacia los docentes en función de su género. Y eso redunda en mi sueldo, en mi capacidad de ser promovida”.
De esta manera, la comunicadora concluye señalando que, en el caso de la universidad, hay que estudiar las realidades de las diferentes mujeres en todo tipo de estamentos y condiciones. Sin dejar de reconocer los avances y ejemplificando con las propuestas que se han incorporado gracias a las comisiones de género de la universidad, cree que es hora de pasar a una tercera etapa. “Yo creo que sí se puede avanzar más, reconociendo que se ha avanzado y que hay una preocupación por el tema”, concluyó.