Las víctimas apuntan la falta de respuesta institucional, acusando las escasas medidas de seguridad dentro del establecimiento y la nula responsabilidad por parte de la universidad.
Desde el año pasado, diversos estudiantes del Campus San Joaquín han reportado robos de mochilas en salas de estudio de Ingeniería, conocidas como “las K”. Los delincuentes han llevado a cabo estos hurtos mediante “cambiazos”. Si bien los estudiantes han intentado dar aviso sobre estos casos a la universidad, han expresado su molestia por no obtener respuestas.
Los ya popularizados “cambiazos” consisten en que el delincuente intercambia la mochila de la víctima por otra similar y totalmente vacía, sin que la persona se dé cuenta. La rapidez y el sigilo son las principales características de este tipo de robo.
Algunos estudiantes se han contactado con El PUClítico denunciando la concurrencia de esta situación en las cercanías de la Escuela de Ingeniería. Por sobre todo, enfatizaron en el poco apoyo que recibieron por parte de la universidad a pesar de haber informado sobre los robos y criticaron la falta de medidas de seguridad que permitan prevenir estos episodios.
Diego Hermof, estudiante de cuarto año de Ingeniería, relató la experiencia que vivió el pasado 14 de abril, cuando fue víctima del “cambiazo” en el campus San Joaquín.
El hurto ocurrió en la sala de estudio ubicada entre el edificio de Ingeniería y el edificio K. Diego se encontraba con cuatro amigos, sentado en una de las mesas del fondo. Estuvo usando su computador hasta que decidió guardarlo en su mochila, que había dejado bajo el asiento, entre sus pies. Cinco minutos después, al levantarse, notó que su mochila estaba vacía. “Me cambiaron la mochila por una vacía y se llevaron la mía completa, y nadie se dio cuenta. Ni mis amigos ni las personas que estaban al lado mío”, relató. Diego sospecha que el ladrón habría estado observándolo por un tiempo, esperando el momento preciso.
Aunque no realizó una denuncia formal, Diego se comunicó con seguridad del campus, administración y pregrado. Sin embargo, en ninguno de estos espacios le permitieron revisar las cámaras de seguridad. “Al final, uno termina sintiendo que protegen más al que comete el hurto que al que lo sufre”, explicó.
La sensación de abandono marcó su experiencia. “Uno como estudiante se siente muy solo. Nadie me ayudó realmente, y se evidencia la descoordinación que hay en la universidad”, expresó. Además, criticó la falta de un plan claro de acción frente a estos hechos: “San Joaquín está cada vez más cerca de ser una calle con salas”, sentenció, en referencia a la inseguridad que siente al estudiar en el campus. Diego también cuestionó los obstáculos para acceder a las cámaras de seguridad, considerando la vulnerabilidad del momento. “No debería ser una traba ver las cámaras. Me hicieron ir de un lugar a otro, mil veces, y no logré nada”.
Por último, planteó que se podría avanzar en la implementación de torniquetes TUC en todas las salas de estudio, para garantizar mayor seguridad, pues así se podría estudiar “con más tranquilidad”.
Matías Uarac, estudiante de Ingeniería Comercial, también entregó su testimonio de cuando fue víctima de esta situación, el 12 de noviembre de 2024 en el edificio K del campus San Joaquín.
Matías, junto a otros amigos, fueron a la hamburguesería del edificio K. Se sentaron en una mesa alta con unas sillas que no permitían dejar la mochila colgando, porque se resbalaba. Por esto, dejó su mochila en el piso, cerca de sus piernas. Después de comer y al momento de recoger sus cosas para irse del edificio, se percató de que “en su lugar había otra -mochila-, vacía, donde yo la había dejado”.
Al día siguiente del hurto, se dirigió a Asuntos Estudiantiles para solicitar ver las cámaras, donde le dijeron que no hay gran cantidad de cámaras en el edificio K, por lo que no tenían ningún registro del robo. Añadieron que siendo la universidad es un espacio abierto, cualquier persona puede ingresar sin necesidad de credencial, por lo que un hurto dentro del campus es equivalente a un robo en la calle. Es decir, no se podrían hacer cargo de lo que haya sido robado.
El estudiante perdió aproximadamente 1.200.000 pesos, entre un computador, tablet, audífonos y más aparatos electrónicos. “Me parece insólito que estas cosas pasen dentro de la U, en un lugar al que uno va a estudiar, a sacar su título. Tener que andar preocupándose de tus cosas, de que te descuidas por un minuto y ya desaparecen”, comentó.
Matías afirma estar molesto con las nulas medidas de la universidad y con la sensación de abandono de la UC en su situación. “Sigo un poquito molesto con la universidad de que me hayan dicho que al final no se van a hacer cargo. Y la frase de que me roben en la U es como que me roben en la calle, me pegó mucho”, lamentó.
Damián Bravo, estudiante de Licenciatura en Ciencia de Datos, vivió este episodio. El hurto ocurrió en el mismo lugar, “casino de las K en horario de almuerzo”. Damián se encontraba con sus amigos, conformando un grupo de 5 personas en total. Su mochila se encontraba entre sus piernas. De pronto, un guardia se acercó al estudiante y le pidió que moviera su mochila, pues esta se encontraba estorbando el camino. Cuando Damián se inclinó a recoger su mochila, se dio cuenta de que no era la suya.
Posterior a esto, Bravo se dirigió a conversar con el mismo guardia para informarle lo sucedido, quien le solicitó al estudiante una breve descripción de su mochila. Si bien el guardia le dijo que revisarían las cámaras, Damián comentó que no ha sido contactado después de esto. “No me llegó ningún mensaje al respecto y no me han informado nada de momento”, expresó.
El PUClítico conversó con una de las personas que trabaja en seguridad en el Campus San Joaquín, quien pidió mantener el anonimato. Al ser consultado por estos robos, comentó que los funcionarios ya han enfrentado situaciones similares y que incluso han detenido a personas involucradas.
Confirmó que suele ser complicado acceder a las cámaras de seguridad en este tipo de situaciones. Ante esto, afirmó que: “la FEUC también puede presionar un poco […] Eso nos va a servir a nosotros y a los alumnos”. Además, los espacios cercanos a la Escuela de Ingeniería, donde se han suscitado los hurtos, carecen de cámaras. “No todos tienen, y hay momentos donde vamos a solicitar las imágenes y están fuera de servicio. Ahí la católica debería exigir, los estudiantes también deberían exigir”, expresó.
Al respecto de la concurrencia de estos robos, el funcionario señaló que estos suelen darse de dos a tres veces en una semana, al menos contando aquellos que llegan a ser denunciados. No obstante, “intentan robar más, solo que han sido sorprendidos antes o cuando surgen sospechas. Los abordamos ahí, les hacemos preguntas. Se les pregunta por su carnet de identidad y si no lo portan, los llevamos para afuera”.
Actualmente, las medidas de seguridad con las que cuenta la universidad son las llamadas PDA. Estas consisten en un control de seguridad para el registro interno de visitas, a través de la solicitud del carnet de identidad tanto a peatones como vehículos. Al respecto, nos comentó que esta medida implica “una inversión alta, pero colocar torniquetes es la mejor idea”.
El PUClítico se comunicó con Emilia Cifuentes, primera vicepresidenta de la Federación de Estudiantes, quien calificó de inaceptable la ocurrencia de estos “cambiazos” y se refirió a las medidas de seguridad que debieran implementarse dentro del campus: “Dentro de las posibilidades se encuentra la de ampliar la cantidad de salas de estudio con acceso restringido, a las que solo se pueda acceder con la TUC. Así, mantenemos los campus abiertos, que como sabemos es parte de la vinculación con la comunidad en que se inserta el campus, al mismo tiempo que los estudiantes contamos con más y mejores lugares seguros”.
FE DE ERRATAS: El apellido correcto del estudiante Matías es Uarac.
