Próximamente, nuestro país vivirá un nuevo proceso electoral presidencial de gran escala nunca antes vista, marcado por una profunda polarización, ideas autoritarias y falsos profetas de los pobres. Es de inquietarse el uso indebido de nuestros canales de representación universitaria, como los centros de estudiantes y todos sus derivados.
Es increíble y sorprendente cómo todos los partidos políticos nacionales tienen planes formados o en vías de formación de cómo impactar y adentrarse en los estudiantes para ganar adherentes por medio de nuestros movimientos universitarios. Será cosa de ver cómo en un par de meses los debates estudiantiles tratarán de engatusarnos indirectamente sobre quién votar en las elecciones ajenas a la política universitaria.
Esta instrumentalización transforma los espacios estudiantiles, que tanto nos ha costado tener, en espacios de proselitismo político nacional, dejando completamente de lado y sin ningún pudor las necesidades de los y las estudiantes.
Lo que me preocupa es que el enfoque en los problemas de nosotros se está perdiendo, y los movimientos que dieron vida a la política universitaria parecieran haberse reducido a sus nombres. Es cierto, no podemos ignorar lo que pasa tras los muros de la universidad, pero los debates de política nacional no deben adueñarse completamente de la representación estudiantil.
La política universitaria es y será siempre la única manera de mejorar nuestras condiciones, facilitar la comunicación y velar por intereses propios. No dejemos que se preste para un pago de favores, amiguismos con las juventudes partidarias y mucho menos convertirnos en un centro de propaganda nacional con sede en la Universidad Católica de Chile.
Benjamín Candia
Estudiante de College en Ciencias Sociales