Chile posee una línea costera de aproximadamente 83.850 kilómetros; ello, según cifras plasmadas por el Ministerio del Medio Ambiente en un esclarecedor informe publicado el año 2021. Tales zonas, que proveen de empleos y paisajes al país, hoy se hallan en riesgo: desde el año 1980, la contaminación marina por plásticos se ha multiplicado en 10 veces, afectando al menos unas 267 especies. Frente a este dilema, donde muchas veces abundan debates y escasean soluciones, surge UCéanos, una iniciativa impulsada por estudiantes universitarios que busca reducir la contaminación presente en ecosistemas marinos.  

Es martes 5 de junio y son las 12 del mediodía. A la escultura del Sagrado Corazón, ubicada en el ingreso por Avenida Vicuña Mackenna del Campus San Joaquín, han acudido 2 miembros de UCéanos: Trinidad Naveillan, estudiante de pedagogía en educación básica; y Valentina Araya, estudiante de ingeniería. Ambas son coordinadoras generales de la iniciativa, y han aceptado trasladarse al patio de College UC para realizar una entrevista. Un par de sillas negras se reunieron en el lugar, reflexiones sobre el mar y la arena comenzarán a ser realizadas.

— ¿Cómo nace Ucéanos?

UCéanos nació el 2018 en el centro de alumnos de ingeniería comercial, fueron como 5 o 6 fundadores.

La respuesta proviene de Trinidad, quien recuerda haber llegado a la iniciativa gracias a una amiga que le hizo saber del voluntariado. Trinidad alguna vez fue jefa de difusión, y hoy, desde la coordinación del voluntariado, plantea que otro de los objetivos de la iniciativa, además de viajar a distintas playas con el objetivo de limpiar, guardaba relación con ejercer un tipo de influencia en la formación académica de algunos estudiantes de ingeniería: volverlos “agentes de cambio que luego en su trabajo tengan el chip de la sustentabilidad”.

En el Marco del Día Mundial del Océano, ¿qué desafíos creen que nuestro país debe superar en torno al cuidado de playas?

De lo que más hemos visto siento yo en las comunidades (…) es la desinformación, la gente simplemente muchas veces no recicla porque no sabe que es una posibilidad —responde Trinidad.

Al final en las comunidades a las que vamos no saben lo sucio que está —añade Valentina.

 “En verdad está muy sucio, nos ha tocado desenterrar bolsas de basura, gente que llega, agarra su bolsa y (…) la entierra”, ahonda Valentina, dejando claro que, aquella problemática que la llevó a unirse a la iniciativa el año 2023 -en aquel lejano viaje a  las playas de San Antonio- sigue, tal vez, más vigente que nunca. 

— ¿Hacen falta más organizaciones similares a UCéanos para liderar con la problemática que supone el cuidado de nuestras playas y océanos?

— Sí absolutamente, o sea, yo creo que esta es una de esas problemáticas que entre más manos mejor, y si hay más gente que quiere atacar el mismo problema, increíble —replica Valentina.

— Nosotros siempre tratamos de ir mejorando, llevar más gente a cada operación, pero (…) no podemos ir tan lejos, porque también contaminamos con los buses —profundiza Trinidad.

Ambas coordinadoras son conscientes de cuán dificultoso puede ser organizar actividades de limpieza en diversos lugares, no solo por las distancias que implica el realizar viajes como los que UCéanos acostumbra, sino también, por ejemplo, por cómo aquello debe compatibilizarse con la rutina académica. “También tenemos limitaciones de tiempo, como nos vamos un fin de semana y hay que acatarse al horario universitario, tampoco podemos irnos tan lejos, porque hay que ir y volver en un plazo de como dos días y medio”, expresa Valentina a la hora de mencionar factores que, tal vez, influyen en que los alcances de este tipo de iniciativas sean limitados.

Tanto Valentina como Trinidad guardan cariño por los recuerdos que constituyen sus primeras experiencias en UCéanos. Valentina, por ejemplo, no solo recuerda con cariño su primera experiencia en San Antonio, cómo fue que la realidad de la playa que se limpió superó aquello que ella esperaba ver: “yo creía que eran un par de botellas, un par de cosas, en verdad hay de todo y como una magnitud de suciedad que yo no me hubiera podido ni siquiera llegar a imaginar”. Trinidad, por otro lado, guarda un recuerdo similar, una expectativa que se vio sobrepasada por aquello que realmente se hacía: “yo fui pensando que solo iba a ir a limpiar playas, pero en verdad hicimos mucho más que eso (…) también hacemos talleres con la comunidad, con los niños, con los adultos”.

— Hemos sido testigos de que hace poco han ido diversificando el tipo de ecosistema que someten a limpieza, en marzo, por ejemplo realizaron una actividad en el Río Mapocho, ¿es posible que sigamos viendo a UCéanos limpiando nuevos tipos de ecosistema?

Sí, es lo que queremos, a principios del 2018, UCéanos era solo limpieza de playas, y ahora es mucho más, hemos ido a limpiar el humedal de Quilicura, hemos ido a limpiar el Cajón del Maipo acá en Santiago (…) o el Bosque de Quereo en Los Vilos –contesta Valentina. 

Si solo limpiamos la playa, pero hacemos ojos ciegos al humedal que está al lado, realmente no estamos ayudando lo que nos gustaría –concluye Trinidad. 

Así, frente a un problema que se niega a desaparecer en las costas nacionales, se levantan soluciones que muchas veces no llaman la atención, pero que, existen. Tal es el caso de los jóvenes de UCéanos, quienes no solo entienden cuán extendida se halla la contaminación en las playas de Chile, sino que también, se comprometen trabajando ideas que nacen en el presente, pero que dialogan siempre con el mañana. 

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