Estimada directora:
Ayer ayudé a una joven con discapacidad visual a encontrar la salida en una estación del Metro. Al ofrecerle mi ayuda, le pregunté si los pisos podotáctiles —esas franjas en relieve que supuestamente orientan a personas ciegas— le servían. Su respuesta fue clara y dura: “No, por favor guíame tú”. Ahí entendí que esta supuesta solución de inclusión no le otorgaba la autonomía que prometía.
Mientras la acompañaba, me impresionó ver cómo estos elementos, diseñados para asistir, la desorientaban aún más. ¿Se testeó esta solución con usuarios reales? ¿Se escuchó a las personas a las que iba dirigida? ¿O se diseñó pensando más en cumplir una norma que en transformar una experiencia?
Ojalá Metro de Santiago y otras instituciones puedan reevaluar estas medidas con verdadera participación de los usuarios. Diseñar para la inclusión sin escuchar a quienes se busca incluir, es perpetuar barreras con otra cara.
Ana Mahns Condeza
Estudiante de Ingeniería Civil