Pareciera que cada 4 años en nuestro país aparece el mismo miedo: hace falta que un candidato de la izquierda se haga fuerte para que aparezca la típica advertencia sin fundamentos. “Chile será Venezuela”, “nos quitarán las casas”, “se acabará la plata”, “se viene el comunismo”, “terminaremos como Cuba”.

Lo cómico es que cosas como estas siguen influyendo de gran manera en el voto de la población y en especial en el voto joven, sobre todo dentro de espacios como las universidades de este país, incluida nuestra universidad, donde muchos de los estudiantes se declinan por una opción más por el miedo infundado que por análisis de propuestas de las distintas opciones tanto a nivel universitario como a nivel nacional.

Y ante el mensaje de “la llegada de la crisis” de mano de la izquierda es importante recordar algo muy importante, la mayor crisis económica de los últimos años en Chile no ocurrió bajo un gobierno de izquierda, sino que todo lo contrario, en el 82, durante el régimen dictatorial de derecha. Si las crisis económicas fueran un fenómeno exclusivo de la izquierda, esto sería algo imposible de explicar. Y al igual que en el 82, con Allende también se vivió una gran crisis, un gobierno claramente de izquierda. Los hechos muestran que estas crisis no dependen de si un gobierno es de izquierda o derecha, sino de decisiones técnicas y en especial por los contextos internacionales.

En la línea de la narrativa “anticomunista”, hay un simple dato que, sin importar la ideología, debe ser aceptado, no es una opinión, se trata de un hecho: Chile nunca ha sido comunista. Y en el sentido clásico, no lo será. No lo fue ni siquiera en los tiempos de la Unidad Popular, no existió un único partido, no existió desaparición del mercado ni la abolición de la propiedad privada. Chile ha mantenido, desde siempre, una economía capitalista y un marco institucional democrático, incluso con gobiernos de izquierda y denominados “comunistas”. A pesar de esto, la palabra “comunismo” se sigue usando como un arma y no como categoría política definida.

Del mismo modo, cuando se habla de “comunismo” en el país, se ignora que aquí no existe proyecto político equivalente al de países como Cuba o Venezuela (mayormente utilizados como comparación en la política actual). El Partido Comunista de Chile participa de elecciones democráticas, respeta la institucionalidad, no busca darle a aquellos que no tienen lo quitado de los que sí poseen, no propone eliminar el mercado ni abolir la propiedad privada y es parte de coaliciones que funcionan dentro de lo constitucional. Su estructura y propuestas son muy distintas a los partidos comunistas de regímenes autoritarios. Llamar comunista a cualquier propuesta de izquierda chilena no solo es incorrecto, es una distorsión que alimenta el miedo.

El miedo se explica por construcciones históricas marcadas por el ámbito internacional. Desde la Guerra Fría, Estados Unidos promovió en los países de América Latina (vistos como títeres por ellos) una cultura política donde el comunismo era el enemigo número uno. Y claramente Chile no fue una excepción. En el 48’ se aprobó la ley que ilegalizó al Partido Comunista. Veinticinco años después, antes del golpe, hubo una de las campañas más intensas del continente en contra de las ideas de izquierda, y la dictadura militar se encargó de consolidar la idea del comunista y aquel de izquierda como un enemigo y un antipatria.

Estas ideas se transmitieron de padres a hijos, últimamente llegando a una población más joven mediante redes sociales como TikTok y, aunque los estudiantes actuales crecieron y han vivido siempre en democracia, han adquirido ese miedo a la izquierda sin haber vivido la causante del miedo. Por eso, en universidades como la nuestra, no sorprende escuchar a algunos afirmar con autoridad que si gana la izquierda terminaremos como Cuba, incluso si nunca han leído un programa económico o las distintas propuestas de los candidatos. Y esto no se debe a un acto de maldad: es culpa de la gran falta de información, de la ignorancia.

Esta demonización de la izquierda tiene sus costos. Cuando en tiempos de elecciones el debate se reduce al miedo de volvernos Venezuela o Cuba, el voto deja de ser el producto de un análisis real, se vuelve algo defensivo. Ya no se discuten temas como la desigualdad, deudas estudiantiles, salarios o acceso a la vivienda, y se terminan repitiendo cosas que vienen desde hace medio siglo. Y el problema está en que un electorado joven debería ser el menos afectado por estos fantasmas de la historia y ser el más capaz de mirar el futuro con argumentos sólidos.

No se trata de defender al Partido Comunista ni de mostrar a la izquierda como “el lado bueno”. Se puede estar en completo desacuerdo con sus ideales.

El punto a tratar aquí es otro: si los estudiantes de una de las universidades más influyentes del país no pueden discutir política sin caer en miedos infundados, ¿cómo creemos elevar el nivel del debate nacional?

La Católica forma profesionales destinados a dirigir empresas, instituciones, los municipios e incluso el país. Si los que se encargarán de tomar las decisiones votan por temor y no por una comparación crítica de los programas, nuestra democracia se empobrece significativamente.

El país hoy enfrenta desafíos reales y ninguno de esos problemas se resuelve declarando que “la izquierda nos hundirá en la crisis”.

El estudiantado puede exigir algo mejor: debates basados en datos, decisiones basadas en argumentos que no dependan de repetir frases nacidas en el 73’. Y hay una decisión que el estudiantado debe tomar: educarse cívicamente.

Y es que lo importante no es si Chile se convierte en Cuba o Venezuela. La verdadera pregunta es: ¿El voto joven seguirá siendo por miedo o empezará, de una vez, a discutirse con madurez y educación?

Esa decisión está en nuestras salas, nuestros centros de estudiantes y en cada elección universitaria o nacional donde nos enfrentamos, otra vez, al fantasma de un comunismo que en Chile nunca llegó a ser.

Simón Quintero Soto
Estudiante de Física

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

You May Also Like

Alteración de juicio de realidad

Estimado director, En psiquiatría y psicología al finalizar la primera entrevista clínica…

Falta de comunicación

Estimado director, Si tuviese una moneda por cada “¿Para que votar si…

Plebiscito y desinformación

A más de una semana de transcurrido el plebiscito de salida por una nueva constitución, los resultados de esta aún dan de qué hablar. Y es que la diferencia entre el Rechazo y el Apruebo fue sorpresivamente amplia y, así como en cualquier elección, los ganadores celebran y los derrotados se lamentan.

La felicidad de Chile comienza por los niños

A 50 años del golpe que quebrantó la democracia en nuestro país,…