Volvamos a creer en una política universitaria donde el foco seas tú. Este fue el slogan con el que la directiva FEUC de Solidaridad se presentó durante la primera vuelta, levantando un proyecto que aspiraba a alejarse de las minutas políticas que imperaban en los movimientos de la universidad. Era una propuesta con un discurso de responsabilidad, de priorizar al estudiante por sobre las ideologías y de construir un círculo más centrado, todo para construir una comunidad estudiantil que pueda aportar significativamente en Chile. Pero desde que la directiva FEUC asumió su puesto hasta el presente día, muchas de sus acciones no se pueden visibilizar como meros hechos aislados, sino, como parte de un proyecto político orientado a imponer de manera sistemática la reproducción del discurso dominante: no de “centro-derecha”, sino de un profundo camino hacia el neoconservadurismo, excluyendo fenómenos y demandas estudiantiles, sumado a un constante menosprecio hacia los proyectos históricos transformadores que implementaban en la universidad.
Un ejemplo concreto es el posicionamiento de la FEUC frente al FES. En su carta al director en El Mercurio titulada “Cuando el río suena”, lo califican como un “cheque en blanco que los estudiantes deberán entregar al Estado” y advierten que podría “castigar el mérito y [dispararle] a la movilidad social”. Sin embargo, esta visión difiere mucho de la realidad pues la ley financia la duración regular de la carrera (con la posibilidad de un año adicional), establece reglas claras, fija un tope de pago y, lejos de castigar el mérito, ¿no constituye más bien un incentivo para que todos los estudiantes compitan en igualdad de condiciones?
Y no se trata de un caso aislado: la directiva FEUC de Solidaridad no ha tenido reparos en imponer su minuta ideológica en su comunicado por el Día del Niño por Nacer. Bajo discursos de “protección” y “defensa de derechos” vulnera a las personas gestantes, negándoles decidir sobre sus cuerpos y poniendo en riesgo sus vidas e integridad, incluso de quienes busca proteger. Según cifras expuestas por Ximena Aguilera, en la Comisión de Salud de la Cámara Baja, desde 2018 hasta 2025 más de 600 niñas, niños y adolescentes acudieron a los servicios de salud por la tercera causal de aborto, siendo más de 200 menores de 14 años. Entonces, la defensa de esta entidad, ¿sería solo para las niñeces que encajan en su ideología?
Por si esto fuera poco, continuamente se ha instado a callar a les estudiantes, bajo el eufemismo de evitar la cultura de cancelación, la premisa es clara, a “la directiva FEUC no se le toca”
Lo que vemos hoy no es una simple desconexión de la realidad estudiantil, sino un proyecto político deliberado que apuesta por restituir el discurso conservador y elitista en los espacios estudiantiles, negando las luchas de conglomerados históricamente marginados. Su silencio durante el mes de la diversidad, el retroceso que han significado a la lucha feminista y su nula capacidad autocrítica solo refuerzan la lógica de la exclusión a la que sirven. Frente a esto, no cabe neutralidad alguna. Y lo más importante ¿Qué debemos esperar para septiembre? ¿Silencio, justificación y lavado de imagen?
Por eso, no podemos permitir que, bajo el amparo del conservadurismo, se invisibilizan nuevamente las demandas que han impulsado generaciones enteras. La universidad debe ser un espacio de disputa política, pero también de transformación, donde los sectores históricamente excluidos no vuelvan a quedar fuera. Y por eso volvemos a la pregunta inicial: ¿Debemos seguir “creyéndoles”?
Magdalena Ruiz
Estudiante de psicología
Militante de las Juventudes Comunistas UC