Durante los últimos años, especialmente con el declive del movimiento estudiantil y las múltiples crisis experimentadas por el país al margen de la discusión educacional, se convirtió en un lugar común hablar de la “política universitaria” en un tono peyorativo, como una cuestión lejana y cerrada en sí misma, deteriorada y ajena al verdadero sentido de la universidad. Aunque no de manera tan dramática como en otras universidades, la organización estudiantil en la UC se vio igualmente afectada por dificultades similares. Hemos intentado acoger y procesar la crítica. Los espacios de participación muchas veces parecen cerrados y hostiles, sin apelar al estudiante común y sin intención alguna de abrir las discusiones. Los meses pasan, y queda la sensación de que nada importante está realmente en juego en las elecciones. Y si eso sucede, la primera responsabilidad es de nosotras y nosotres, que elegimos trabajar en la representación estudiantil y hacer acción política dentro de la universidad, especialmente si es desde una perspectiva transformadora.

Nuestro ideal es el de una UC democrática, que forme ciudadanos dispuestos a participar en la esfera pública y académica bajo un marco de mutuo reconocimiento y rigurosidad en los argumentos. Que haga de su propia institución un espacio que refleje aquellos ideales, recuperando la identidad histórica que nos arrebataron con la intervención militar en dictadura y haciendo partícipe a los distintos estamentos de las decisiones que en ella se adoptan, no solamente de manera simbólica o consultiva. Ante todo, un espacio donde hablar de política, de la cosa pública, no sea motivo de vergüenza, ajenidad o incomodidad.

Queremos ser transparentes en manifestar nuestras convicciones políticas. Tenemos un horizonte de sociedad y universidad que nos mueve, una tradición que nos inspira y propuestas concretas que trabajamos para llevar a cabo. No somos neutrales. Hemos estado en las luchas por la educación, las luchas feministas, por el fin al subcontrato en la UC, por la justicia académica y por el reconocimiento pleno de las disidencias sexogenéricas. Pero creemos también que nada de eso funciona realmente si se mantienen en un espacio desde el cual no se dialoga, donde se acoge a los convencidos y se demoniza a los adversarios, alejando a las grandes mayorías. Una política basada en el panfleto, en la crítica fácil y el castigo moral puede ser muy satisfactoria emocionalmente para quienes la enarbolan, pero aleja a los demás y vuelve difícil construir comunidad desde las legítimas diferencias.

Democratizar significa darle espacio a todas las voces de la UC, sin excepción alguna y es ese el lema del Diario Enfoque que también hemos levantado. Permitir que se expresen y crear las condiciones para que sean escuchadas. Que aquellas que nunca se han atrevido a participar puedan sentirse acogidas, que se sientan invitadas e interpeladas. Mientras más estudiantes se interesen por los grandes temas de la universidad y del país, tanto mejor estaremos. Esa es la convicción fundamental que mueve a la Nueva Acción Universitaria, y nos mueve también este año como Consejería Superior. En campaña se nos acusó de no estar en los patios, no generar cercanía con el estudiantado y no integrar a diferentes miradas. Lo recordamos y por eso lo quisimos cambiar.

Nuestro ciclo de debates “Plaza Pública” ha sido un éxito y lo queremos destacar. No por autocomplacencia, ya que en ellos hemos tenido el apoyo de muchos centros de estudiantes, movimientos políticos y estudiantes independientes. El objetivo inicial fue salir al patio y llevar la discusión política a facultades y territorios que usualmente se consideran ajenos a ella, dándole a los distintos movimientos políticos de la UC espacio para presentarse ante la comunidad, relevando aspectos que considerasen importantes de su matriz política e interactuando con los demás. Los augurios más pesimistas no se cumplieron, y todos los debates han contado con buena asistencia y atención por parte de las comunidades que los han recibido. Hemos presenciado de primera fuente que hay un interés real por parte de cientos de estudiantes en escuchar, reflexionar y hacerse parte de los grandes debates de la universidad y del país. Y esto no ha sido en beneficio únicamente de un sector político o un grupo cerrado de personas, sino que estas actividades han podido dar cabida adecuadamente a la diversidad de puntos de vista que caracteriza a nuestra comunidad universitaria. Otro punto que nos gustaría destacar es el enorme compromiso de los Centros de Estudiantes y representantes que nos han ayudado a levantar estas actividades y por supuesto a los movimientos políticos que han entregado un gran calibre de debate en estas instancias y siempre en respeto.

Nuestra conclusión es sencilla: la “política universitaria”, si la entendemos como la voluntad de les estudiantes universitarios de organizarse y participar en discusiones sobre el estado actual de la universidad y del país, tiene aún mucho por dar. El éxito de “Plaza Pública” es una demostración palpable. El interés existe, las ganas de organizarse existen. El desafío mayor es para las organizaciones ya existentes, que debemos ser capaces de integrar a las nuevas generaciones que ingresan a la universidad con sensibilidades diferentes y demandas propias; y también para la comunidad en general, que debe otorgar las herramientas necesarias para favorecer la politización en un sentido amplio, sin estar necesariamente orientada a un sector partidario específico , sino en relevar el interés por los temas de la agenda pública, y siempre con un sentido colectivo.

Estamos en un momento histórico que requiere de revitalizar la organización a nivel de base, recomponiendo los vínculos de solidaridad interpersonal que hacen posible la acción colectiva y la formación de instituciones que no solamente aporten a la universidad y el país con ideas nuevas, sino que también puedan facilitar el encuentro entre distintos. Hemos visto que existe el material y la disposición a hablar de política entre nuestres compañeres. Y es que, aunque sigan haciéndonos creer lo contrario, intercambiar argumentos con quienes piensan diferente no es una pérdida de tiempo, sino que nos enriquece. Tal como dijimos hace casi quince años, al dar los primeros pasos de la Nueva Acción Universitaria en el mes de marzo de 2009, la política no muerde. Queremos que los debates de “Plaza Pública” sean únicamente el inicio y la discusión sobre la contingencia, pueda llegar al conjunto de quienes forman parte de la comunidad, avanzando hacia esa UC democrática con la que hemos decidido soñar.

Florencia Vildósola

Consejera Superior UC

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