Hace casi 2 años -específicamente un 8 de septiembre de 2020- la actual alcaldesa de Viña del Mar (Macarena Ripamonti, RD), publicó una cápsula vía Twitter en favor del Apruebo y de la Convención Constitucional en el marco del Plebiscito del 25 de octubre. En el que alude a las reglas implícitas o a los “contratos sociales” de un juego: “Todos sabemos que el juego dura hasta que el dueño de la pelota se entra a su casa. Que, aunque todas queramos seguir jugando, la pelota se va con su dueño”.

Si analizamos tal argumento desde un punto de vista lógico y racional podría ser perfectamente cuestionable, pues asegura que todas las personas debiesen conocer o estar familiarizadas con tales reglas implícitas de un juego informal entre personas (argumento por lo concreto). Además, aludiría directamente a la persona y no a la capacidad de raciocinio de esta.

Pero, desde la psicología, en específico de la psicología evolutiva, puede ser entendido perfectamente tal alusión: los seres humanos buscamos alianzas con otros para poder sobrevivir y, para poder entablar tales tipos de relaciones interpersonales requerimos llegar a acuerdos (o contratos sociales), los cuales pueden ser transmitidos culturalmente de generación en generación.

Pero ¿qué pasaría si no pudiéramos entablar tales acuerdos y, por ende, no poder tener convenios o contratos sociales, sean formales o informales? Básicamente entre nosotros no podríamos subsistir en un ambiente que nos desafía constantemente, lo cual produciría, dentro del aparato psíquico de la persona: confusión, preocupación, ansiedad e incluso estrés. Provocando así, la extinción.

Retomando el punto de la edil, pero ahora dentro del contexto del Plebiscito de Salida, muchas campañas de la opción Rechazo apuntan a una tercera vía constitucional, en la que se rechaza tal propuesta de nueva constitución y se optaría por un nuevo proceso constituyente. Pero ¿existen acuerdos o contratos sociales formales que aseguren tal proceso?

A nivel político e institucional, el cual es el sistema socialmente designado para entablar las reglas políticas o procedimentales de todos los procesos democráticos y de carácter social, existe desde el 2 de agosto una propuesta de reforma constitucional (presentada por senadores/as DC) para acordar, en caso de que gane el Rechazo, una nueva oportunidad constitucional. Pero ¿en qué fase legislativa está? En discusión. ¿Hasta cuándo? Falta indagar.

Sumado a esto, desde que iniciaron los rumores de una tercera vía constitucional, el gobierno frenéticamente aludió al “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”, en el que se precisan las reglas de este actual proceso constituyente, otorgando así su opinión negativa frente a esa postura.

Razón o equivocación por parte del gobierno se podría analizar, pero nuevamente, se requieren acuerdos o contratos frente a este “juego”, que, hasta el momento, tiene sus reglas claras: Apruebo es igual a cambiar la constitución vigente por la propuesta presentada; Rechazo es igual a mantener la constitución vigente.

Por otro lado, nos encontramos al Rechazo por una nueva constitución realizada por el mejor sentimiento: “el amor”. Pero ¿Cómo acordamos que todas las personas que redacten esa propuesta mantengan todo el tiempo ese sentimiento? ¿Cómo definimos que esa propuesta es redactada bajo ese sentimiento y no otro? ¿Cómo definimos el grado de sentimiento de las personas y de una propuesta escrita?

Desde primer año de Psicología entendemos que sujeto y ambiente interactúan constantemente (nuevamente: evolución), y que tales procesos recíprocos influyen en cómo percibe o siente la persona, lo cual permitiría entender que todas las personas varían en cuanto a sentimiento y pensamientos. Exceptuando la situación experimental de someterlas a aislamiento social y evitar contacto con una realidad social dinámica. Lo cual éticamente es imposible. Es así, que es más que necesario poder instar a que se definan realmente las reglas de este nuevo posible juego desde la opción Rechazo, pues de esta forma ofrecemos garantías a quienes esperan reglas claras y precisas en medio de este proceso político y social; evitamos que el gobierno de turno realice malabares políticos y legislativos ante el posible triunfo del Rechazo y finalmente, entendemos cuándo, realmente, el dueño de la pelota se entra a su casa y calabaza calabaza… cada uno para su casa.

Jaime Soto Maturana

Estudiante de PsicologíaFacultad de Ciencias Sociales

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