A la luz de lo que ha sido el debate respecto de la democracia entre un representante del Movimiento Gremial y una representante de Convergencia Social UC, quien es encargada de género y disidencia, no puedo dejar de hacer unos breves comentarios sobre tal perversa ideología, “la ideología democrática”.
La verdad es que el valor de la democracia es bastante triste y nulo. Que vivamos en una “sociedad democrática” nada dice, porque el verdadero rol en una sociedad así solo se limita a hacer una raya en un papel, como cito más adelante. El concepto de “democratizar” los espacios, las oportunidades, los derechos, etc., no parece sino un término que llena todos los vacíos en que una solución concreta no ha sido posible o que dicha solución no ha sido del agrado del sector que se abandera por tal “democratización”. Pareciera consecuencia de que hemos puesto en primer plano cosas que no lo merecen, y por lo tanto la política se llena de frases grandilocuentes y aferradas a la más firme e imparable ideología democrática. Ya vemos a varios políticos universitarios -con la verborrea habitual que los caracteriza (transversalmente, de izquierda y derecha)- hablarnos en los patios, en los debates, en sus campañas de “democratizar”, como si ese verbo tuviera un valor en sí mismo.
La democracia -escribe Georges Burdeau- es hoy una filosofía, una manera de vivir, una religión y, casi accesoriamente, una forma de gobierno… Disociar lo que en la democracia es realidad de lo que es la creencia, conduciría a hacer incomprensible no solo el dinamismo que la anima, sino sus mismas instituciones positivas, pues éstas no tienen sentido más que en función de la mística que encarnan.
La consecuencia de esta filosofía, de esta manera de vivir, de esta “religión”, es sinceramente fatal, y tiene un resultado fuertísimo, ya que una vez instalada, se ve desvanecida la fe en Dios, generado así en la realidad ambiente una notable secreción mental de mentalidades retorcidas, avaras, usureras, y mezquinas. El ser humano durante siglos ha vivido de la noción de verdad, que consiste en la adecuación de la inteligencia a la realidad. Sin embargo, al dominarnos esta demoníaca ideología, dicha definición debiese ser reemplazada por la adecuación de la inteligencia humana con las mayorías. No me cabe duda que detrás de toda esta maldad subyacen razones praeter naturales, es un salto al abismo, es girar el manubrio en la carretera teniendo al frente un camión, y el único capaz de hacernos hacer eso es satán.
Carlos Sánchez,
Alumno de 4º año Derecho UC.