Escribo esto en respuesta al cobarde asesinato a sangre fría de Hersh Goldberg-Polin (Z”L), Carmel Gat (Z”L), Eden Yerushalmi (Z”L), Ori Danino (Z”L), Alex Lobanov (Z”L) y Almog Sarusi (Z”L), quienes han conmocionado a quienes esperábamos encontrarlos vivos. Estas personas, israelíes inocentes, como tú y como yo, fueron encontradas muertas por el Ejército Israelí hace dos semanas. Bendita sea la memoria de estas hermosas personas.
Como lector, es posible que te llame la atención que se mencione a las últimas víctimas del terrorismo de Hamas en un contexto universitario al otro lado del planeta. La respuesta es simple: cuando un judío muere, parece que no importa. En cambio, cuando las víctimas son resultado del ‘abuso; de ‘fuerzas coloniales extranjeras’, la indignación es notable. Los bombardeos dirigidos a donde se escondían los terroristas de Hamas, ‘curiosamente’ cerca de una zona humanitaria en Raffiyeh, Gaza, generaron gran preocupación. Sin embargo, no he visto últimamente ninguna publicación por parte de los denominados antisionistas lamentando estos terribles asesinatos.
Hace unos días, se encontraron grafitis en los baños de la Facultad de Comunicaciones, en los cuales se comparaba una Estrella de David (Maguen David) con una esvástica, y al lado se leía la consigna “sionistas culiaos” (sic). La impunidad con la que se escriben estas barbaridades parece reflejar el status quo actual, manifestando que esto se considera simplemente un rayado estúpido. Sin embargo, la realidad es otra. Este es un síntoma de la erosión de los valores democráticos que deberíamos promover como estudiantes, y del peligro que enfrentan a diario tanto los estudiantes judíos como los sionistas en la universidad.
La misma FEUC, cuya Escuela de Memoria invitó a una persona que justifica la matanza de civiles israelíes, no ha asumido la responsabilidad de la constante situación peligrosa para el estudiantado judío y sionista en la casa de estudios. ¿Hasta cuándo? En el momento en que el silencio se expresa, allí se exponen los mismos colaboradores de que estas cosas sucedan. El bienestar y el ‘lugar seguro’ no pueden estar solamente cuando les conviene a sus fines ideológicos.
Los judíos y sionistas de la UC, y del mundo entero, tenemos el corazón roto en este momento. Sin embargo, no perdemos la esperanza de recuperar a todos nuestros hermanos secuestrados y de salir adelante. El costo es altísimo, pero ese es el valor que Israel atribuye y siempre atribuirá a la vida. El orgullo de ser judío y/o sionista es inefable, y hoy es cuando debemos ser más abiertamente orgullosos de nuestra identidad y de nuestro sionismo, con todos sus matices. Siempre debemos recordar lo que se le encomendó al pueblo judío hace más de tres mil años: “tzedek, tzedek tirdof” (“justicia, justicia perseguirás”).
Para quienes estén de este lado de la vereda, les envío un afectuoso abrazo y espero que encuentren consuelo en medio de tanta desolación.
Cristián Soublette Tocornal
Estudiante de Ciencia Política