A raíz de lo ocurrido en estos últimos días en las publicaciones de la FEUC y Solidaridad, me he cuestionado mi rol como estudiante y mujer en la UC. Siento una angustia enorme al ver como una lucha histórica, impulsada por millones de mujeres tanto a nivel estudiantil como nacional, es invisibilizada por personas privilegiadas que jamás han sentido el miedo de no volver a sus casas, el temor en el trayecto hacia la universidad o dentro de las aulas, el acoso, y tantas situaciones de violencia cotidiana.
Como mujeres en esta universidad, conocemos bien la violencia estructural que enfrentamos a diario. Además, no es casualidad que este movimiento, que históricamente ha sido indiferente —cuando no abiertamente contraria— a las luchas feministas, hoy pretenda apropiarse de los símbolos y consignas para atacar la organización y la movilización estudiantil.
El feminismo no es una bandera para usar cuando conviene ni una estética vacía para maquillar proyectos conservadores. Es por esto que resulta indignante que el simple hecho de pedir y votar por una paralización simbólica en conmemoración del 8M, un día de lucha y reivindicación, sea calificado como violento. Peor aún, que se hayan apropiado y modificaran en una publicación, un símbolo feminista de “Ni Una Menos”, transformándolo en “Ni Un Paro Más”. También resulta contradictorio que en una publicación reciente se utilice la frase “que ninguna quede atrás”, mientras que con sus acciones y discursos han dejado claro que las mujeres organizadas y feministas no tienen cabida en su proyecto.
No es un secreto que la FEUC actual responde a un proyecto político que busca desmovilizar y fragmentar el movimiento estudiantil que existe en la UC. No es coincidencia que hoy pretendan convencernos de que si se convoca a un paro es un acto violento, mientras callan frente a la violencia que vivimos día a día.
No quiero que la comunidad UC refleje solo los ideales de la directiva que actualmente nos representan dentro de la FEUC. No necesito más explicaciones sobre cómo ustedes entienden el feminismo. Lo que exijo es respeto y un compromiso real con las demandas de las mujeres dentro de la UC.
En este contexto, ¿Cómo podemos explicarles a nuestras compañeras de los distintos territorios de la universidad que nuestra lucha no le importa a nuestra federación? ¿Dónde queda la democracia cuando se rechazan nuestras demandas y se reprime nuestra voz?
Mi invitación a través de esta carta es que la directiva FEUC escuche más al estudiantado, como tantas veces ellos señalaron en su campaña. No se centren únicamente en las voces afines a su movimiento, sino también en aquellas que no se involucren públicamente por miedo a la represión que hoy enfrentamos al momento de hacer valer nuestros derechos como mujeres y personas. A pesar de que intenten acallarnos, seguiremos organizándonos, seguiremos movilizándonos y seguiremos en las calles, porque el feminismo no se negocia ni se transa.
Thiare Celedón
Estudiante de Trabajo Social, Secretaria General del Centro de Estudiantes de Trabajo Social y Militante del Frente Amplio.