Recientemente se publicó en este medio una columna de opinión que tachaba al feminismo de haber “involucionado”, cuestión que nos molestó profundamente a mí y a muchas compañeras que entendemos y creemos que el feminismo va mucho más allá que la igualdad entre sexos, se basa en la liberación completa de la mujer de los sistemas de opresión. La lucha feminista no ha “involucionado” sino que se ha transformado para atender las formas actuales de violencia y opresión que sufrimos las mujeres día a día en la actualidad. Porque si bien es cierto que el feminismo nació con el objetivo de alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres en derechos fundamentales como el sufragio y la educación, su evolución ha sido una respuesta a las múltiples formas de opresión que persisten en nuestra sociedad
De esta forma hay que mirar a el feminismo desde una perspectiva interseccional, lo que nos permite entender que no todas las mujeres enfrentamos las mismas barreras, pues factores como la clase, la raza o la identidad de género influyen en nuestras experiencias de discriminación y opresión.
Solamente para dar un ejemplo, dentro de la carrera de Derecho que él y yo estudiamos, resulta preocupante la falta de referentes femeninas. La mayoría de nuestras profesoras han debido luchar el doble para alcanzar sus posiciones, y aun así siguen siendo minoría. Dentro de los 137 años que ha existido nuestra facultad, solamente hemos tenido una decana mujer. En este contexto, el derecho sigue siendo un espacio dominado por hombres donde nuestras opiniones son deslegitimadas o ignoradas. Muchas de nosotras hemos tenido que escuchar a compañeros decirnos a la cara que estamos equivocadas por ser feministas, como si nuestra lucha no tuviera bases legítimas o como si no tuviéramos derecho a cuestionar el status quo. Esta desigualdad que enfrentamos es real y tangible, no se trata de lucha de sexos ni de un odio irracional, sino de exigir lo que es justo para todas las mujeres que merecen un espacio en la academia y en el mundo.
El argumento de que el feminismo ha evolucionado hacia la “lucha de sexos” es una simplificación que ignora el contexto histórico y la realidad actual. No se trata de ver a los hombres como enemigos, sino de cuestionar un sistema que históricamente nos ha relegado a roles secundarios. Nos enseñan en nuestras clases de Constitucional, que la igualdad ante la ley, por sí sola, no es suficiente si en la práctica seguimos enfrentando barreras estructurales que nos dificultan el acceso a las mismas oportunidades.
La lucha feminista no ha involucionado, como se menciona en la columna. Por el contrario, ha crecido y se ha fortalecido porque aún hay mucho por lo que luchar: la brecha salarial, la violencia de género, el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, el acoso en las salas de clases y en los espacios laborales, la falta de mujeres en posiciones de liderazgo y el menosprecio constante a nuestras voces. No es una lucha de odio, sino de justicia.
Si hoy podemos estar en la universidad, alzando la voz y exigiendo un cambio, es porque muchas antes que nosotras lucharon sin descanso. No vamos a retroceder. Seguiremos cuestionando, exigiendo y abriendo camino para las que vendrán después. No estamos equivocadas, estamos transformando la realidad.
Antonia Rebolledo Leyton
Consejera Territorial IND-NAU de Derecho