Seis estudiantes de Ingeniería fueron destacados por el Instituto Tecnológico de Massachusetts por la creación del dispositivo médico GC Fast, el cual permite detectar el cáncer gástrico en etapa temprana a través del aliento y a un bajo costo.

GC Fast (Gastric Cancer) es el nombre que un grupo de estudiantes de Ingeniería Civil asignó a un instrumento que permite detectar el cáncer gástrico a través del aliento. Este proyecto surgió a partir de un trabajo para el ramo Capstone del major  Ingeniería Biomédica, que reunió a seis estudiantes. Jacinta Dumay, Diego Jaramillo, Constanza Molina, Lucas Natero, Ignacio Opazo y Catalina Rio, a ellos les planteó el desafío de encontrar una solución a una problemática latente. El cáncer gástrico —o de estómago— es una enfermedad que, por lo general, no presenta mayores síntomas. En Chile, el 90 % de los casos se detecta en etapas avanzadas y, en ese punto, la mitad de los pacientes ya presenta metástasis. Así, el propósito se hizo claro: “Diagnosticar a todas estas personas antes, para poder ayudarlas y aumentar su supervivencia y calidad de vida”. 

En ese sentido, DEA2 es una instancia de mentoría para impulsar proyectos de innovación en Ingeniería Biomédica. Para esto, el programa asigna mentores expertos a cada proyecto relacionados a aquellas áreas que puedan estar más débiles y deban ser trabajadas. Jeff Behrens, Company Builder y emprendedor e inversionista, y Freddy Nguyen, Médico y PhD, son los asesores de los estudiantes UC, junto con quienes mantienen reuniones cada dos semanas. Behrens y Nguyen han ayudado a los jóvenes con diferentes charlas sobre cómo hacer el pitch de su idea, las patentes a realizar, además de cómo y a quién venderlo.  

El PUClítico tuvo la oportunidad de conversar con los tres de los integrantes de este proyecto: Constanza Molina, Lucas Natero e Ignacio Opazo.  

– ¿En qué consiste GCFast? 

“Es un sensor que permite detectar cáncer gástrico en el aliento, de forma muy barata. Al final, esto tiene el beneficio de que lo podríamos usar como método de screening para después poder mandar a la gente a hacerse endoscopias a partir de los resultados”.  

Un año después del curso fueron contactados por su profesor, quien les propuso postular su proyecto para participar del programa IDEA2 del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Antes de esto, los estudiantes ya habían postulado a varios fondos concursables de la universidad para dar continuidad a su proyecto, sin tener mayor éxito. Sin muchas expectativas, decidieron postular. 

En noviembre de 2024 recibieron un correo. Entre los cientos de proyectos del mundo que postulan para participar de este programa, ellos habían sido escogidos.  

– ¿Cómo reaccionaron después de ser rechazados en la universidad, a ser aceptados en una oportunidad de índole internacional? 

“Nos tomó por sorpresa completamente”, comentó Lucas Natero, quien recordaba el episodio con alegría. Ignacio Opazo agregó: “A Lucas le llegó el mail de que quedamos, lo manda y todos quedamos patas para arriba”. 

El primer workshop fue en enero de este año y tuvo lugar en Estados Unidos, Massachusetts. El junio de este año, los estudiantes deberán volver a viajar. Esta vez, con un proyecto más avanzado y una idea más desarrollada, como resultado de un trabajo conjunto. 

¿Cómo se están preparando para el segundo workshop? ¿Cuáles son los objetivos para esa instancia? 

“Tenemos varios objetivos, como tener un business plan listo y todo. Nos hemos preparado con los mentores, llevamos semanas avanzando en varias cosas al mismo tiempo. Los mentores nos dan feedback, nos orientan”. 

Con este segundo workshop, el programa se daría por finalizado. Se finalizará con una ceremonia donde los estudiantes recibirán un certificado. Lo más enriquecedor de esta experiencia, comenta Opazo, es la red de contactos que toma forma en el lugar. “La verdad es que acá en Chile, nosotros, no podíamos ni imaginar cómo podía llegar a ser. Es difícil imaginarse la gente que uno puede llegar a conocer”, señaló. 

¿Qué desafíos han enfrentado en el desarrollo de este proyecto? 

 “Financiamiento”, coincidieron los estudiantes con firmeza. 

“Nuestra solución en específico se puede realizar a un bajo costo cuando esté lista, pero para partir hay que comprar unos tintes específicos que son muy caros. Entonces para partir las pruebas tenemos que gastar aproximadamente 500 mil pesos”, relató Molina. 

Molina, Opazo y Natero, lamentaron las dificultades que ha representado el financiamiento al momento de avanzar en el proyecto. Esto, a pesar de las diversas postulaciones que han realizado a fondos concursables. 

“Otra dificultad que tenemos es la expertise”, agregó Opazo, “que al final nosotros llegamos a este problema a partir de un ramo, y la solución la encontramos a base de leer papers y artículos. Pero al final, la solución depende mucho de la química, y nosotros no somos químicos, somos ingenieros”. 

¿Qué apoyos les ha entregado la universidad después de enterarse que participarían del programa IDEA2? 

“Postulamos a un programa de la universidad de la Facultad de Ingeniería que se llama concurso prototipado. Luego de esta noticia, nos dieron de inmediato el premio. Eran 500 mil pesos”. 

De igual forma, durante el verano, los estudiantes solicitaron más dinero a la universidad para poder viajar. Entre la Escuela de Ingeniería y el Instituto de Biomédica, recibieron un total de un millón y medio para los seis alumnos. No obstante, ya que cinco personas del grupo iban a viajar, “ese millón y medio queda en 300 lucas, entonces no te da ni para el pasaje ni para el alojamiento”, relató Opazo. En seguida, Molina agregó: “Y ahora que tenemos que ir de nuevo en junio no nos han dado financiamiento”. 

–  ¿Ustedes creen que la universidad da suficiente apoyo a este tipo de proyectos? 

“La universidad te da oportunidades, pero no tantas. No hay mucha motivación para continuar con los proyectos de algunos ramos”, afirmó Constanza Molina. La ayuda entregada por la universidad a este grupo de estudiantes ha sido principalmente de carácter monetario; sin embargo, los entrevistados coinciden en que esta no ha sido suficiente. 

¿Cómo ven la situación acá en Chile en investigación e innovación tecnológica? 

Concordaron con que el apoyo a investigación es poco. “Por ejemplo, en Estados Unidos, las universidades tienen miles de concursos y te apoyan, le vas a pedir plata a la dirección de investigación y te la dan” afirmo Molina.  También agregó que en nuestro país el apoyo a estas iniciativas es “muy mala, pero ha estado mejorando, en universidades es mucho mejor. Pero cuesta harto porque no hay tanto financiamiento”.   

¿Qué aprendizajes se llevan de esta experiencia? 

La experiencia ha representado un aprendizaje integral, no solo por los desafíos propios del desarrollo de un proyecto, sino por la posibilidad de interactuar en igualdad de condiciones con expertos internacionales. “Me ha ayudado a entender lo que significa tener una idea y llevarla más allá, venderla. Además, ha sido clave para el currículum, nos dio contactos y me ayudó a decidir mi camino profesional”, afirma Constanza Molina. 

Ignacio Opazo coincide en el valor formativo de la instancia: “Uno va aprendiendo todo lo que involucra un proyecto”. Enfrentarse al entorno profesional global ha sido, sin duda, una experiencia transformadora. 

A pesar de que la instancia cuenta con mayor participación de personas mayores en edad y con más experiencia, los entrevistados destacaron que esto no fue un factor abrumador. “Siento que uno está de igual a igual con esta gente. Al principio fue muy chocante. La conversación con ellos fluía con total naturalidad”, comentó Opazo. Lucas Natero coincidió: “Estábamos bien preparados, hemos aprendido mucho”. 

¿Cuál mensaje darían a los jóvenes que puedan estar entusiasmados con la ciencia o con crear iniciativas como esta? 

El consejo es claro: atreverse. Constanza Molina, enfatiza la importancia de tomar la iniciativa sin temor al fracaso. “Motívense, hagan ideas. A veces las ideas fallan, pero el proceso de creación ayuda mucho a aprender y crear otros proyectos”, señala. 

En una línea similar, Opazo invita a los estudiantes a confiar en sí mismos y aprovechar los recursos que les ofrece el entorno académico: “Créanse el cuento, aprovechen todo el sustento que da la universidad”.  

Lucas Natero, por su parte, recalca el valor del error como parte esencial del camino formativo. “No tengan miedo a equivocarse, equivocarse es bueno”, afirma. Sin embargo, advierte que las estructuras universitarias no siempre facilitan este tipo de aprendizajes. “Es poco flexible la universidad con ciertas cosas. El tema de poder faltar a clases ha sido un drama”, comenta. 

Molina coincide en esta crítica, subrayando que, si bien existen excepciones, como el apoyo otorgado a estudiantes deportistas, las condiciones no son equitativas para todos. “Acá en la UC les dan hartas facilidades a los deportistas, pero a nosotros nos ha costado harto faltar a clases. Yo tengo además casi todas mis clases con asistencia. Ponen harta resistencia. La universidad no te da las facilidades”, señala. 

A pesar de estas dificultades, el mensaje es optimista. Hay una invitación explícita a actuar, a participar, a equivocarse y volver a empezar. Porque detrás de cada idea, aun cuando no llegue a buen puerto, hay una experiencia transformadora. Y porque la ciencia y la innovación necesitan justamente eso: jóvenes que se atrevan. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

You May Also Like

Spoiler Alert: Elecciones FEUC 2023

Un año más, otro periodo de las esperadas Elecciones FEUC y, como…

VOTO A VOTO: Revisa cómo va el escrutinio FEUC en directo

En el siguiente link podrás encontrar la actualización en vivo y el…

La indiferencia que inunda San Joaquín 

Los peces del campus San Joaquín preocupan a estudiantes debido a las…

“Contamos con ellos y que cuenten con nosotros”: Lanzamiento de Chile Necesita ESI por estudiantes UC recibe atención del gobierno

La iniciativa encarrilada mediante la Escuela Abierta recibirá durante los próximos meses…