En el contexto de las precandidaturas presidenciales, ya han surgido varias figuras. Primero, desde la izquierda, apareció Vlado Mirosevic. Luego, se mencionó a la expresidenta Michelle Bachelet, aunque ella misma descartó su postulación, dejando el espacio a una nueva generación política, representada por Carolina Tohá, exministra del Interior del gobierno de Boric y símbolo de su continuidad.
Más recientemente, se sumó Alberto Undurraga, presidente de la Democracia Cristiana y diputado por el distrito 8 (Maipú, Pudahuel, Estación Central, Colina y Quilicura). Junto a un grupo de camaradas y la juventud, Undurraga se presentó como precandidato presidencial en la primaria del progresismo, aunque aún no está claro si esta incluirá a todo el sector o se dividirá en dos bloques: uno conformado por el PC y el FA, con la posible adhesión del PPD y el PS, y otro compuesto por la DC, los regionalistas verdes, los liberales y los radicales.
Frente a este escenario incierto, la Democracia Cristiana se encuentra en una posición clave. Es el único partido que no pertenece al oficialismo ni a la derecha, y aunque hoy no tenga un gran peso político, es fundamental que participe en las primarias. Sin embargo, su principal desafío está en las elecciones parlamentarias, donde debe concentrar sus esfuerzos para superar el umbral del 5% de los votos o alcanzar al menos cuatro parlamentarios, evitando así su desaparición.
La DC se juega su futuro en este proceso. La crisis económica, política y de relevancia que enfrenta es innegable, pero tiene una oportunidad única de posicionarse como la alternativa moderada que el país necesita. Para ello, debe construir un relato claro que llame a la unidad, fortaleciendo alianzas con el PS y el PPD y estableciendo puentes de diálogo con el FA para equilibrar la influencia del PC.
Históricamente, la relación entre la DC y el PC ha sido compleja, con momentos de colaboración y fuertes tensiones, casi como una relación tóxica. Sin embargo, en el contexto actual, es necesario priorizar el trabajo conjunto para enfrentar a una derecha cada vez más radicalizada.
Este es el momento de la Democracia Cristiana para representar a ese electorado moderado que no votará por Carolina Tohá, percibida como continuista del gobierno, ni por Evelyn Matthei, cuya candidatura está influenciada por el piñerismo y los republicanos. Chile necesita una opción sensata, la DC y todo el centro político
(PS, PPD, PAH, FRV, PL, PR, Amarillos, Demócratas, etc.) son la única alternativa capaz de ofrecer gobernabilidad, diálogo y estabilidad al país en tiempos de incertidumbre.
La pregunta es ¿Qué figura DC o exDC es la más apropiada y la que puede generar esa amplia mayoría que se necesita? ¿Undurraga? ¿Frei? ¿Rincón?
Marco Villalobos Jiménez
Estudiante de Administración Pública