Cuando leí la columna de opinión sobre la crítica a la legítima decisión de la Red UC CHRISTUS de no realizar procedimientos anticonceptivos y de esterilización me generó cierta inquietud al respecto.
En primer lugar, entender el aborto libre como un “derecho” es un absoluto error, en cuanto que no es más que un acto arbitrario en su plenitud. Es por ese motivo que la Red UC CHRISTUS no debe dejarse influenciar por todas esas presiones ideológicas que tanto daño le han hecho a Chile y el mundo, y, en consecuencia, además, debe optar por cambiar el eje del debate, en cuanto que deje de referirse al aborto como un tema de mera “libertad” para pasar a tener un foco en la “dignidad” (concepto que por lo demás a cierto sector político tanto le gusta emplear) de quien está por nacer (para el aborto) y para quiénes podrían estar en esa condición en un futuro (para efectos de la esterilización y los distintos métodos anticonceptivos).
En segundo lugar, se le exige a la Universidad que “deje de excluirse de decisiones que hemos acordado como país y que de una vez por todas asuma el rol público que tanto se enorgullece tener”. Ante aquello, el rol público de la Universidad no debe pasar, bajo ninguna circunstancia, en lo que decida una mayoría, como supuesto a todas luces erróneo de que sus decisiones siempre estarán en lo correcto, y por lo tanto, nuestra casa de estudios debe tener como principios a seguir, la defensa de la vida en todo momento como derecho fundamental y más básico, así como también fomentar que en la sociedad se desarrolle de mejor modo el amor hacia el prójimo, lo cual es imposible con las demandas ideológicas imperantes, como bases fundamentales para el fortalecimiento de la familia, que además, conforme al inciso segundo del artículo 1 de nuestra actual Constitución, es el núcleo fundamental de la sociedad.
En tercer lugar, hay un evidente error en cómo entienden la libertad quienes critican la postura de la Red UC CHRISTUS, debido a que ella no pasa por una mera realización material de una acción en concreto, donde además, los límites los pondría la voluntad de la mayoría política del momento, para que luego exista la posibilidad de que esos límites vuelvan a cambiar, haciendo a la libertad algo completamente relativo, y en consecuencia sin sentido. Es por esto que la libertad, necesariamente, debe comprender ciertos límites objetivos, en el campo legislativo, y en consecuencia, inmutables. Además, una inconsistencia no menor es que demandan “libertad” para decidir realizar o no un aborto, una esterilización u otra de tipo similar, pero se olvidan completamente de la libertad para efectos de que el personal médico de turno, o la institución misma, a través de la objeción de conciencia, se nieguen a realizar dicho procedimiento, que es por esencia contrario a sus convicciones. Es por ello que este tipo de presiones ideológicas constituyen un grave ataque a la libertad religiosa, pretendiendo que esta sea restringida completamente del ámbito público. Entonces, es pertinente preguntarse: ¿Dónde queda la libertad?
Simplemente se tiene que no conocer lo que es la vergüenza para venir a exigirle a la Universidad en donde uno libremente decidió ingresar a prepararse como profesional, que renuncie a sus principios religiosos con tal de satisfacer al resto.
En cuarto lugar, a modo de pregunta retórica: Si se menciona que más del 60% de las mujeres entre los 15 y 29 años no proyecta ser madre en el futuro, y suponiendo que es legítimo el derecho al aborto y distintos métodos anticonceptivos, ¿de qué sirve luchar tanto por estos derechos, sabiendo que en algún momento, por una cuestión natural, vamos a dejar de existir en este mundo (terrenalmente hablando)?, ¿a quiénes les vamos a heredar esos “derechos”, si la mayoría no tiene en sus planes tener hijos en un futuro?
Finalmente, el motivo de este escrito no es polemizar (lo que inevitablemente ocurrirá en más de alguno), sino que más bien llamar a la reflexión sobre un tema de no menor relevancia en nuestra sociedad actual y que no podemos quedar ajenos a esto y en consecuencia, a replantearse ciertas exigencias que son evidentemente injustas.
Felipe Valenzuela – estudiante Derecho