Estimada directora,
En el marco del Mes del Orgullo, me gustaría usar este medio no solo para celebrar, sino también para reflexionar. Junio es un mes que nos hace recordar las históricas y constantes luchas de la comunidad LGBTQ+, a mirar con esperanza y valentía hacia el futuro. Sin embargo, ese futuro aún está lejos de ser completamente justo, especialmente en espacios donde el amor y la identidad siguen siendo motivo de silenciamiento y crítica, porque sí, aún existe el odio en la PUC, Chile y el mundo.
No puedo entender cómo es posible que aún existan personas que escriban mensajes transfóbicos en los baños de campus San Joaquín o que estudiantes de Campus Lo Contador se vistan de manera distinta a lo habitual al tener clases en campus donde no se sienten seguros por ser “distintos”. Como representante y estudiante, esta clase de vivencias me duelen profundamente y me parece insólito tener que reconocer que dentro de nuestra propia comunidad universitaria la exclusión y los discursos de odio aún existen en 2025 y probablemente seguirán existiendo, muchas veces sin consecuencias claras.
Esto no es sólo insólito: es una herida abierta que va en contra de todo principio que esta universidad nos ha enseñado a cultivar, la dignidad, la responsabilidad social e integridad. Por eso invito a que los representantes estudiantiles y resto de las autoridades de la universidad se pronuncien a favor del reconocimiento y respeto hacia nuestras disidencias, no solo en junio, sino que todo el año.
Sí, hemos avanzado. Pero no lo suficiente y por eso escribo. Porque, aunque nos digan que “no es el momento” que “no es el lugar” o que “es parte de un saco muy grande llamado bienestar”, yo siempre levantaré la voz para que se deje de ningunear y se comience a celebrar y defender a la comunidad disidente, ya que no podemos desconocer las injusticias a las que se han sido sometidxs. Porque resistir también es una forma de amar. Porque mientras en nuestras aulas se sigan perpetuando estigmas, nosotros seguiremos existiendo con orgullo. Y porque el orgullo no se negocia, no se invisibiliza y no deja de existir después del mes de junio, la “no discriminación” no es suficiente, siempre podemos hacer más, les invito a hacer más. Celebremos, sí. Pero no olvidemos que nuestro orgullo sigue siendo una forma de protesta.
Con convicción y esperanza,
Titi Miranda
Consejera Territorial de Lo Contador